Los datos que manejan los expertos son demoledores: más de un 40% de los varones y un 30% de las mujeres mayores de 18 años padecen sobrepeso. Y no se refieren a los cánones de belleza actuales y exigencias de la moda, sino a datos sanitarios que indican que, en el denominado primer mundo, un elevado porcentaje de adultos presentan un Índice de Masa Corporal que raya en la obesidad. Este aumento del IMC „junto con otros parámetros médicos determinables por el especialista„ provoca importantes problemas reales de salud como diabetes, hipertensión, molestias articulares, etc., relacionados con el páncreas, el corazón, el aparato músculo-esquelético y otros.

Cuando llega el sol y el cambio de ropa del armario, percibimos que nuestra talla ha variado, nos concienciamos de la situación y nos volvemos exigentes con nuestro cuerpo. Aunque parezca una buena motivación, no debemos asumirla como búsqueda de unas medidas imposibles y obsesionarnos con el peso excesivo. Debemos hacerlo por nuestra salud, fundamentalmente, sin caer en excesos negativos que pueden desencadenar enfermedades como la anorexia y la bulimia.

Es importante aprender a comer, eliminar conductas que nos engordan y dificultan el adelgazamiento y prolongar dichos hábitos para mantener el peso óptimo y evitar el efecto rebote (durante un tiempo se hace una dieta extrema para lograr el peso predeterminado y, después, volvemos a los hábitos anteriores con lo que recuperamos o incluso incrementamos el peso anterior). Esta es la única manera de lograr un peso perfecto y saludable y mantenerlo a lo largo del tiempo, sin volver a engordar en cuanto dejemos de hacer "dieta".

Existen pautas sencillas que nos ayudarán a perder esos quilos mejorando nuestra salud y calidad de vida, que incluyen:

-Resulta más sano comer cinco veces al día pequeñas raciones -favoreciendo el proceso digestivo y el consumo de calorías- que hacerlo en tres veces aumentando la cantidad de alimentos ingeridos.

-No saltarse ninguna comida, pues nuestro organismo necesita un aporte constante de nutrientes para no almacenar grasa, que después es muy difícil de eliminar.

-Mantener el índice glucémico en valores adecuados para evitar la síntesis de grasa a partir del exceso de azúcar ingerido.

-Masticar despacio los alimentos. Así se favorece la digestión de los mismos y aumenta la sensación de saciedad, reduciendo la cantidad ingerida.

-Levantarse de la mesa con la sensación de poder comer algo más también favorece la digestión (frente a la de saciedad y hartazgo por un exceso de comida difícil de digerir y procesar por nuestro organismo).

-Hidratarse adecuadamente bebiendo agua, infusiones, zumos naturales, etc., durante todo el año. Aunque los alimentos también aportan agua al metabolizarse, debemos acostumbrarnos a beber habitualmente para favorecer el buen funcionamiento de nuestros órganos internos.

-Comer frutas, verduras y hortalizas de temporada, reduciendo el consumo de proteínas de origen animal. En verano, los productos de la huerta son ricos en agua y fibra, lo que los hace agradables para el consumo, fácilmente digeribles y saciantes al mediodía, dejando los alimentos ricos en proteínas (huevos, carne, pescado, etc.) para la cena.

-No eliminar ningún alimento de la ración diaria, pues todos son necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Podemos reducir la cantidad de azúcares e hidratos de carbono, manteniendo un consumo racional.

-Realizar ejercicio diariamente. Favorece la pérdida de peso, pero también la producción de endorfinas a nivel cerebral que nos ayudarán a reducir la ansiedad y mejorar nuestro estado de ánimo.

No debes hacer dieta sin más; debes estar preparado para ello y acudir a un especialista sanitario. Es importante hacerse un chequeo inicial para descartar problemas de salud „como la diabetes o el exceso de colesterol„ que incidirán decisivamente en el tipo de alimentos que debemos consumir. Huye de las "dietas milagro" que garantizan una rápida pérdida de peso que nunca es cierta, de los métodos usados por amigas, de los productos de dudosos efectos dispensados en no se sabe dónde y sin adecuados controles sanitarios con efectos secundarios graves y desconocidos, etc. Consulta con tu médico o especialista sanitario (dietista, nutricionista, farmacéutico, etc.), es imprescindible su control en este tema también.