La subida del nivel del mar no afecta por igual a todo el planeta. Los estados isla del Pacífico y del Índico, y algunas regiones o países costeros, como Florida y Bangladesh, están en el ojo del huracán. "Sólo en el último año, mi país ha sufrido inundaciones sin precedentes en el norte y las mayores mareas conocidas en el sur, y hemos sufrido los tifones más devastadores de la historia, que han dejado un rastro de muerte y destrucción", declaraba en 2016 el presidente de las islas Marshall, Christopher Loeak, reflejando el peor lado de los efectos de la subida del nivel del mar y del cambio climático. Una situación similar es la que afronta Maldivas, otro estado insular, este en el Índico, donde la mínima subida del nivel del mar puede tener efectos catastróficos. Malé, su superpoblada capital (no queda, literalmente, ni un metro de terreno que no esté poblado o urbanizado), no tiene a dónde mover a sus habitantes, por lo que su solución, visto que las islas se "hunden", ha sido fortificarse: levantar diques de contención y reforzar los existentes. Pero, incluso si esa solución funciona, el mar destruirá sus playas y, con ellas, su pujante industria turística, base de la economía del país. Además, se ha propuesto el objetivo de alcanzar una descarbonización asoluta para el año próximo.

En el otro extremo del problema se sitúan los "donantes" de agua continental al océano, entre los cuales destaca Groenlandia. Su capa de hielo, que cubre (o cubría) el 80% de la isla, ha perdido masa cada año en los dos últimos decenios (3.000 gigatoneladas desde 2002). El deshielo de Groenlandia es el primer responsable de la subida del nivel del mar, aunque no tanto por los glaciares, como se creía, sino por el agua que aporta al derretirse el resto de zonas heladas o nevadas de la isla. A otra escala, todos los glaciares pierden hielo. Y esa pérdida es superior a lo que se daba por sentado, ya que gran parte de ella es interna, a través de las oquedades y galerías que los recorren como si de un queso de gruyére se tratara. El Instituto Tecnológico de Zurich ha estudiado la evolución de los glaciares de los Alpes y ha estimado que habrán perdido el 50% de su volumen en 2050 y que en 2100 habrá desaparecido el 95% de los glaciares de Suiza. En España, los pocos glaciares que quedan, concentrados en los Pirineos, están condenados a desaparecer a corto plazo: según un informe de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en 2050 no quedará ni rastro de ellos.