Alrededor de 200 menores procedentes de toda Galicia, de otros puntos de España (sobre todo Asturias y Castilla y León) e, incluso, de países tan lejanos como Palestina, Camerún, Kenia o Venezuela pasan cada año por los quirófanos del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera para ser intervenidos por los especialistas de la Unidad de Cirugía Cardíaca Infantil y Congénita del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Un equipo formado por cardiólogos pediátricos, cirujanos cardíacos, intensivistas, anestesistas, perfusionistas, ucistas y enfermeras altamente cualificados, acostumbrados a enfrentarse a los casos más difíciles. Algo así como los Tedax gallegos del corazón. Un trabajo "muy satisfactorio", pero también "muy duro, de noches sin dormir". Porque comprender la muerte es siempre difícil, más si quien fallece es un niño. Un drama al que, a veces, aunque pocas, también les toca enfrentarse.

La cardiopatía es la patología congénica con mayor incidencia en España. Las estadísticas dicen que, cada día, nacen en nuestro país diez niños con una dolencia de este tipo, lo que supone más de 3.500 nuevos casos cada año, y también que el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera es uno mejores sitios donde traer a un hijo si sufre una de ellas. No obstante, la Unidad de Cirugía Cardíana Infantil y Congénita del centro coruñés es referencia nacional para el tratamiento de estas dolencias, motivo por el cual les llegan casos muy especiales, algunos incluso rechazados en otros centros.

"Tenemos mucha experiencia en operaciones complejas, como la tetralogía de Fallot, con mucha casuística y que incluso vamos a operar a otros centros. En cirugía neonatal, lo que más realizamos es trasposiciones de los grandes vasos del corazón", explica el jefe de la Unidad, Víctor Bautista, quien recuerda que, a finales del pasado año, los especialistas coruñeses llevaron a cabo, por primera vez en Galicia, la reparación de una cardiopatía congénita comúnmente conocida como corazón al revéscorazón al revés. "Precisamos unas diez horas para la operación y, durante tres, el corazón del niño estuvo parado y se sustituyó la actividad cardíaca y pulmonar por una máquina de circulación extracorpórea", explica.

Un procedimiento "bastante habitual" en este tipo de cirugías, que hace que la función cardíaca se vea "algo afectada" al término de la intervención. Para mejorar esa función del corazón, los miembros del Grupo de Investigación de Cardiopatía Estructural y Congénita del Inibic coruñés, que dirige también el doctor Bautista, están llevando a cabo un estudio basado en el denominado "autotrasplante de mitocondrias", que acaba de recibir la segunda edición de la beca de investigación convocada por la Fundación Menudos Corazones y la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas. "Es un gran honor recibir esta beca. Sobre todo por el hecho de que la Fundación Menudos Corazones aglutina a las familias y a los pacientes con cardiopatías congénitas, y este trabajo está´precisamente dirigido a mejorar su calidad de vida", subraya el jefe de Cirugía Cardíaca Infantil y Congénita del Chuac.

El trabajo, titulado Aislamiento de mitocondrias para autotransplante en pacientes pediátricos con cardiopatías congénitas, está basado "en una terapia muy novedosa que se ha estudiado en el Hospital de Niños de Boston, adscrito a Harvard, y se ha aplicado allí de manera pionera en algunos pacientes". "Para mejorar esa función del corazón, ellos han aislado mitocondrias „los orgánulos encargados de suministrar energía a las células„ de músculo esquelético y se las han inyectado en el corazón para mejorar la fuerza contractil. Nosotros hemos demostrado que también se pueden aislar las mitocondrias extraídas de la parte sana del propio corazón, pero aún no las hemos utilizado en pacientes. Hay que asegurarse de que la técnica es fiable y diseñar un ensayo clínico para poder validar nuestro resultado en el ámbito asistencial", explica el doctor Bautista, quien desembarcó en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña hace una década, en 2009, tras trabajar en Madrid y, durante tres años, en el Hospital de Niños de Boston. Fue Alberto Juffé, el cirujano que montó el servicio en Galicia y que puso en marcha el programa de trasplante cardíaco en esta comunidad, el que fue a convencerlo a Estados Unidos, para que se sumase a un proyecto con los más pequeños al lado del doctor Francisco Portela, a quien relevó hace poco más de dos años al frente del Servicio. "Es todo un orgullo continuar su trabajo al frente de este servicio", subraya el jefe de Cirugía Cardíaca Infantil y Congénita del Chuac, quien insiste en la importancia de que Galicia tenga una Unidad como la que él dirige porque, de no existir, los pacientes con cardiopatías congénitas tendrían que ser derivados a otras comunidades autónomas, con el quebranto que eso les supondría.