Galicia sigue recuperándose de los efectos que dejó la crisis sobre el empleo público. En 2009, cuando la recesión ya hacía zozobrar la economía, la comunidad autónoma manejaba una plantilla de 89.300 trabajadores. Casi diez años después, a mediados de 2018 „últimos datos disponibles en el IGE„, la Xunta registró 87.000, aún lejos de los niveles de antaño. El recorte, empujado por las restricciones presupuestarias y la imposibilidad de agotar la tasa de reposición durante años, recayó sobre todo en el colectivo de funcionarios: en el mismo plazo, 3.750 se quedaron por el camino. Pero el tirón actual de las ofertas de empleo público „la Xunta, sin ir más lejos, anunció 5.833 plazas este año, la mayor oferta de la década-„ no han hecho sino animar a miles de personas a intentar obtener una plaza pública en la administración y a tratar de disfrutar de la mezcla de estabilidad y salarios dignos que no siempre proporciona la esfera privada. Desde 2018, más de 70.000 se han anotado a las pruebas que convoca la Xunta en educación, sanidad y administración general. Una afluencia que supera la población de Ferrol (67.000 habitantes).

De entre esas tres patas, es el Sergas la que reunió a un mayor número de aspirantes. En torno a 28.000 aspirantes engrosaron la lista provisional de inscritos en las pruebas para optar a las 1.429 plazas de enfermería, celador o auxiliar de función administrativa. Las más concurridas fueron las de celador: 28 personas competían por una de las 390 plazas en liza, al constar casi 10.892 convocados a las pruebas del pasado marzo. En enfermería, se ofertaban 830 plazas y figuraban como inscritos 8.738 personas. Y en la categoría de auxiliar administrativo, 9.081 personas llegaron a inscribirse para 209 empleos.

En educación, la Consellería cerró el plazo para presentar las solicitudes de las pruebas de este mes de junio. En total registraron 18.700 personas „2.500 más que el pasado año„ para una oferta de 2.064 plazas, divididas en 36 especialidades. Las más reñidas (10 competidores por plaza) serán las de enseñanza secundaria, que aglutinan a 8.705 opositores a 834 vacantes; y las del cuerpo de maestros. Habrá 8.188 pretendientes a 770 plazas.

Por último, en la administración xeral, 25.500 personas figuran como inscritas en los exámenes convocados por Facenda desde comienzos del pasado año. La mayoría, 23.331, para hacerse con una de las 1.174 plazas de acceso libre convocadas.

Las oposiciones lanzadas por Facenda ejemplican una de las circunstancias a tener en cuenta a la hora de valorar las cifras de los inscritos, y es que muchos de los que se anotan a las pruebas „es decir, que hacen constar su interés por ser funcionario„, acaban desistiendo de acudir siquiera al examen por la competencia. El pasado mes de marzo, el primer día de las pruebas de la administración xeral abandonaron un 56%, aunque en otras especialidades, como las sanitarias o educativas, son muchos menos los que desisten.

"Del 100% que se inscribe, se presenta en torno a un 80% de media. Y de esos, la mitad acude preparada de alguna manera", relata Antonio Reyes, director del centro de formación Premir en Santiago de Compostela, que se suma a la tesis de que el mejor momento para intentar ser empleado público, es ahora. "No cabe duda. Estamos en un momento álgido". Reyes vaticina que todo el volumen de funcionarios que se han ido jubilando en los últimos ejercicios anticipa buenas OPE "en los próximos 3, 4 o 5 años". "Se espera una previsión de plazas bastante interesante", rubrica.

Por otro lado está la inversión en formación cada estudiante realiza para superar el examen. La horquilla de precios se mueve entre los 150 euros que cuesta una academia al mes para preparar una OPE de educación secundaria, a los 90 que se le repercute a los que intentan ser auxiliares o subalternos. La horquilla media, según las academias consultadas, se mueve en los 120 euros, a los que hay que sumar la matrícula, el material (puede llegar a los 100 euros anuales) y las tasas de inscripción del examen. El cómputo anual ronda los 1.500 euros.

Eugenia Cuiñas, directora de atención al cliente de Cefiasa-Adams, constata que respecto a la crisis la demanda en sus centros en Galicia se ha multiplizado casi por diez, pero recalca que, mientras antes "el 90%" de los opositores pasaban por una academia, ahora son un "60%". "El resto compra el libro y lo prepara en casa. Todavía no hay una recuperación económica suficiente", zanja.