El periodista y escritor gallego Alfonso Armada, y actual presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras, ha reeditado su libro Cuadernos de África, escrito hace dos decenios. Armada cubrió para El País la guerra de los Balcanes y el genocidio de Ruanda, antes de ejercer como corresponsal de ABC en Nueva York.

¿Por qué la reedición de Cuadernos africanos ?

El pretexto es que se cumplen 20 años del genocidio de Ruanda, ahí empieza el libro, es una especie de revisión de lo que ocurrió y también del papel que representa y de los desafíos que plantea África en esta época. A fin de cuentas, sigue estando ahí, forma parte de nuestro entorno pero es un continente muy mal conocido en España porque se generaliza y se convierte en un estereotipo.

¿Y qué fue de Ruanda?

El país no tiene nada que ver, es muy interesante en el contexto africano. Se ha desarrollado muchísimo, supongo que también ha jugado un papel la mala conciencia internacional por su falta de reacción, a pesar de los informes, Naciones Unidas y todo el mundo se desentendió por completo ante un genocidio que parecía inconcebible después de lo ocurrido en Europa durante la Segunda Guerra Mundial y, además, tan virulento, con 800.000 personas asesinadas en 100 días, en su mayor parte a machetazos. La escala tan tremenda marcó la conciencia del mundo y ha servido a Ruanda para recibir mucha ayuda internacional, aunque también para que se instalara un régimen autoritario amparándose en el genocidio. Ha conseguido una gran desarrollo y seguridad, hay más mujeres en su parlamento que en ningún otro del mundo y ha prohibido las bolsas de plástico, pero la mera mención del origen étnico se pena por ley para tratar de evitar la vuelta a los males del país, el presidente ha cambiado la constitución y se ha convertido en uno vitalicio, tampoco hay libertad de prensa, una dictadura digna de muchas críticas.

Todavía las tragedias copan las noticias sobre África.

La imagen de los lectores, salvo los especializados, es desenfocada. Se quejaban Ryszard Kapuscinski o Bru Rovira de que únicamente hablábamos de África cuando confirmamos el prejuicio de un continente donde parece que solo saben matarse. Sin embargo, hay tanto movimientos sociales como empresas jóvenes muy interesantes que están desbordando las fronteras africanas. La actividad económica está cambiando gracias al móvil, muchos pagos y transacciones se realizan con el teléfono. Hay lugares como las capitales de Botsuana o Kenia o Nigeria con una actividad industrial y, sobre todo, tecnológica impresionante. Un movimiento popular de Sudán consiguió la caída del dirigente perseguido por el Tribunal Penal Internacional, pero la vieja guardia militar parece que se niega a volver al camino de la democracia y está imponiendo otra vez su autoridad a sangre y fuego, muy triste que tenga tan pálido reflejo en la prensa internacional.

Un continente tan cercano pero tan desconocido en España, ¿por qué?

Es una buena pregunta para la que no tengo una respuesta válida. Hace unos días presentamos en Madrid un informe sobre la libertad de prensa en el Sáhara Occidental, el único gran territorio pendiente de descolonizar, el referéndum sigue sin celebrarse por la presión de Marruecos con la complicidad de España y Francia y los territorios ocupados se las ven y se las desean para contar lo que está ocurriendo con iniciativas como Equipe Media, un grupo de jóvenes periodistas que recibió el premio Julio Anguita y que pagan un coste personal muy duro por la represión brutal de las autoridades. Igual ocurre en Guinea Ecuatorial, otro país con el que España también tiene una implicación histórica indudable pero tampoco aparece de forma constante en la prensa estatal. La política y la prensa española se han desentendido de la cuestión saharaui, aunque hay más interés socialmente. Es bastante paradójico, no abundan las historias sobre África sin imagen negativa, pero la gente lee con mucho interés porque se salen un poco del carril. La prensa española, quizá me meto en otro territorio, se ha vuelto demasiado previsible y politizada, la agenda diaria nos tiene abducidos a todos. La gente está cansada de los debates reiterativos, por ejemplo, del tema catalán, fundamental y muy importante, pero el mundo es más amplio e interesante y la prensa debería realizar un esfuerzo, también es verdad que casi todos los medios no atraviesan una situación muy boyante, se han reducido los salarios de los periodistas y la cobertura internacional, hay menos corresponsales y enviados especiales, apenas se contratan nuevos. Con un mundo tan interrelacionado, informamos de forma menos profunda y comprensible de lo que ocurre fuera, pero que también afecta dentro, tanto a España como a Europa.

A costa de la precariedad de freelance o el riesgo de periodistas locales.

Incluso los conflictos de Libia o Siria se han cubierto por periodistas freelance, que van por su cuenta y se la juegan por muy poco dinero. Desde Reporteros Sin Fronteras aportamos un chaleco antibalas y un seguro porque viajan en situación muy precaria, muchas veces sin garantías de publicar. Los periodistas locales son los que mantienen viva la llama del periodismo, afrontan condiciones de vida muy precarias y la presión de grupos políticos, religiosos o sindicales. Es muy difícil porque carecen del amparo de un gran medio.