Querer levantar las alfombras de las Fuerzas Armadas, o desmontar su "arquitectura de silencio", le costó el paso forzoso de teniente coronel del Ejército de Tierra a escritor de denuncia a tiempo completo. Luis Gonzalo Segura (Madrid, 1977) empezó a acusar con la novela y Un paso al frente le llevó a la expulsión del Ejército, a 139 días de "encierro" y a tres libros más. Después de insistir con la ficción en Código rojo (2015), El libro negro del Ejército español (2017) se promocionó como "el que nadie más quiso escribir" sobre los casos de corrupción y acoso en la milicia. En la guarida de la bestia (Akal), singulariza el análisis en las situaciones de abuso y acoso que sufren las mujeres.

¿Por qué?

No existía ningún estudio sobre la situación real de la mujer en el Ejército que englobara todos los abusos, los acosos, los dramas. Por eso decidí reunir las piezas del puzle, y cuando se acomete esa tarea se ven los casos de acoso y la impunidad, y se comprueba que existen unos patrones: cómo los mandos que agreden siguen en el Ejército mientras las víctimas son expulsadas, cómo éste opera para intentar que las mujeres no denuncien y para hacerles ver, cuando sí lo hacen, que cometen traición, y entonces el sistema las acosa laboralmente. Hay una arquitectura de silencio que sepulta las denuncias de muchas mujeres.

¿Sus fuentes son las víctimas?

Podría haber hecho ese trabajo, pero he utilizado los casos que se han publicado y que normalmente son los que han terminado en condena. Esto me ha permitido reconstruir casi un tercio de las denuncias registradas en el ámbito militar. Hay que tener en cuenta que en los últimos tres años se ha presentado casi el 70 por ciento de las denuncias de toda la historia. De alguna manera, se ha abierto la puerta. En el libro se detallan unos 40 casos, sabiendo que hasta 2015 hubo 62 denuncias de naturaleza sexual con solo un 12% de condenas, mientras que desde 2016 hubo 90 denuncias y cero condenas. Es terrible.

Seguro que sospecha que hay muchos más.

Es la punta del iceberg. A día de hoy, en el Ejército hay unas 15.000 mujeres, pero desde 1988 han entrado 22.000. Se han ido 7.000, pero no ha habido tiempo suficiente para que hayan abandonado la carrera militar por causas naturales, para que se hayan jubilado en el Ejército, y sin embargo nos encontramos con esa tasa altísima de abandono, una de cada tres. Hay muchas que se han ido por diferentes tipos de acosos, laborales, de género o sexuales.

¿Algún caso particularmente impactante?

Hay algunos repugnantes, por ejemplo un capitán condenado por 28 agresiones sexuales al que se le condecora el mismo día que entra en prisión. Hay una chica que sale con sus compañeros, que bebe, va al baño con uno de ellos, y denuncia una violación. El juzgado, a pesar de que la Fiscalía pedía condena, lo absuelve en una sentencia disparatada con el argumento de que ella estaba demasiado borracha como para saber si dio su consentimiento, pero no lo suficiente como para que no pudiera darlo. O el caso de una chica que tuvo que aguantar que su subteniente se masturbara delante de ella a razón de 15 episodios al mes durante años.

¿Tiene más miedo la víctima a denunciar que el agresor a ser condenado?

Por supuesto. Muchas mujeres me han escrito para contarme que no han denunciado por miedo. ¿Cómo no lo van a tener si de las últimas 90 denuncias ninguna ha terminado en condena?

¿Su libro ha removido algo, percibe reacciones?

Silencio absoluto. Es un tabú del que no se puede hablar, pese a que son casos contrastados e informados. Es una pena. Hay que luchar contra corriente, pero el libro es muy necesario, prueba de ello es que la primera edición se agotó en 24 horas.

Tres de las cuatro últimas titulares de Defensa han sido mujeres. ¿No ha cambiado nada entonces, no ha reaccionado el Gobierno del PSOE?

Tristemente no. Zaida Cantera (exmilitar y diputada socialista) sufrió acoso sexual y laboral en el Ejército, pero no han hecho nada por las mujeres. Es más, en este periodo han permitido la expulsión de mujeres que habían sufrido acoso y agresión sexual... Han rectificado en casos con repercusión mediática, pero eso no es un buen indicador político.

¿El problema es la justicia militar?

La justicia militar es un anacronismo franquista y una anomalía en Europa, donde por norma no existe y cuando existe está adaptada a los estándares de independencia e imparcialidad que exigen los convenios internacionales de derechos humanos, algo que en España no se produce.