La menor que denunció haber sido violada por turnos por seis jóvenes en un botellón en Manresa (Barcelona) ratificó ante el tribunal la agresión, de la que solo recuerda algunos flashes, y relató que se sintió asustada e intimidada por el ambiente, al ver a los acusados jugar con una pistola.

La menor, que sufrió una violación múltiple en octubre de 2016, cuando tenía 14 años, declaró ayer ante la sección 22 de la Audiencia de Barcelona, protegida por una mampara para evitar su confrontación visual con los procesados, en una declaración que resultará clave para que la Fiscalía decida si mantiene la acusación de abusos contra ellos o, por el contrario, la eleva a agresión sexual.

Por la violación múltiple, ocurrida en una fábrica abandonada de Manresa adonde la víctima acudió junto a otros amigos a un botellón, la Fiscalía imputa inicialmente abusos sexuales a seis de los procesados, que considera que la atacaron aprovechándose de su estado de embriaguez, sin la violencia e intimidación que define el delito de agresión sexual, y a un séptimo le acusa de masturbarse mientras presenciaba la escena, sin impedirla.

Además de la víctima, en la sesión del juicio de ayer, que proseguirá el viernes, declararon dos amigos que la acompañaban, también menores, y que coincidieron en que los procesados se sucedieron para violarla, en turnos de quince minutos organizados por el principal acusado, Bryan Andrés M., un joven con quien la chica había tenido apenas una semana antes su primera relación sexual, en este caso voluntaria. Así lo contó la menor, quien explicó que la noche de los hechos, tras tomar varios cubatas y fumar unos porros, accedió a irse a solas con Bryan Andrés M. a la caseta anexa de las instalaciones, donde el acusado intentó un acercamiento sexual que la víctima rechazó, tras lo que ambos regresaron a la nave que acogía el botellón. "Ahí me empezaron a hacer cubatas y ya no recuerdo nada más", afirmó la chica, que supo que había sido agredida sexualmente porque, según su versión, fue su amiga quien le explicó que vio cómo la estuvieron violando en la caseta del lado, en el suelo, mientras ella "lloraba".

La menor, no obstante, conserva varios flashes de lo que le sucedió esa noche: recuerda ser violada por uno de los acusados, Yordanis C., mientras otros se masturbaban "a su alrededor" y que, en otro momento, otros dos encausados, Bryan A. y Maikel P., la forzaban a hacerles felaciones.

"Asustada" e "intimidada" fueron algunos de los adjetivos que la menor empleó para describir lo que sintió en el ambiente del botellón, en el que, apuntó, tres de los procesados "se pasaban todo el rato" un pistola y alardeaban con ella, haciendo ademán de estar cargándola.

La chica, que tras lo sucedido tenía temor a salir a la calle, explicó que vivió las horas posteriores a la violación en estado de "shock", aunque recuerda que Bryan A. le envió una serie de whatsApps insultándola y acusándola de haberse acostado con todos los chicos de la fiesta, tras lo que la conminó a retirar la denuncia. Su versión la corroboró la chica que la acompañaba, también menor y que, pese a declarar protegida por una mampara, acabó rompiendo a llorar y declaró que temió que a su amiga la acabaran "tirando al río", ante la insistencia de uno de los abogados de la defensa para que detallara su relato. La joven contó que vio a Bryan A. regresar de la caseta en la que había estado con la víctima blandiendo un reloj, mientras decía, "quince minutos cada uno", y mandaba al resto de acusados con la menor. Atemorizada por el estado de su amiga, a la que en algún momento oyó gritar, la testigo explicó que pidió ayuda a otra joven que estaba en el botellón, ésta mayor de edad, y que ambas irrumpieron en la caseta contigua, donde sorprendieron a uno de los acusados, Maikel P.T., violando a la chica mientras otro se masturbaba. Ante sus gritos de espanto, todos salieron de la nave corriendo. Posteriormente, según la joven, uno de los procesados, Marcos Antonio R., la encañonó con la pistola en la boca, al tiempo que le advertía de que no debía contar nada y Bryan A. decía: "Se me ha ido todo de las manos".

También otro menor, amigo de uno de los procesados, ratificó que fue Bryan A. quien organizó los turnos de quince minutos para violar a la menor „él mismo recibió la "oferta" pero la rechazó„ y que, desde entonces, escuchó en varias ocasiones a la víctima quejarse y dar lamentos de dolor, dentro de la caseta. Este testigo reconoció que ya de madrugada, con otros de los asistentes a la fiesta, entró en la caseta y vio cómo uno de los acusados agredía sexualmente a la chica mientras otro se masturbaba. No presenció ninguna otra penetración, pero señaló que "deduce" que todos los acusados hicieron lo mismo.

A falta de pruebas de ADN porque la víctima no acudió al hospital hasta dos días después, las testificales incriminaron en las violaciones a al menos a tres de los encausados. A un cuarto procesado, Daniel D.R., el único que ha permanecido dos años en prisión preventiva por esta causa aunque ahora está en libertad provisional, le implican las pruebas biológicas, dado que en los pantalones de la víctima se encontraron fluidos con su ADN, unos restos que el acusado dijo ante el tribunal que "no se explicaba" cómo habían podido ir a parar allí.