El Supremo condenó ayer el "silencio cómplice" que sufren las víctimas de violencia machista por parte de su entorno, lo que las lleva a una situación de "soledad" ante la "falta de apoyo y ayudas" que, unida a la "presión" del círculo de agresor, actúan como "una losa" para denunciar.

Lo hizo en una sentencia en la que rebaja de 17 años y 9 meses de prisión a 16 años y 11 meses la condena que le impuso el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco a un hombre que agredió sexualmente a su pareja tras haberla maltratado en anteriores ocasiones, algo que la víctima ocultó previamente.

El tribunal indica que "la falta de denuncia de hechos previos por la víctima no puede convertirse en dudas acerca de su credibilidad por su denuncia tardía", cuando coexisten dos variantes como el silencio de familia y amigos así como la presión del círculo del agresor.

La víctima sufrió varias agresiones de su pareja que la llevaron incluso a someterse a una operación quirúrgica a raíz de un puñetazo en la pared. Lesiones que nunca denunció y achacó a algo accidental.

Tras dos años y medio de relación, la víctima decidió ponerle fin en 2015 pero en junio de 2016, el agresor la esperó en su portal.

Dentro del domicilio, la propinó varios puñetazos y la agarró "fuertemente" del cuello generándole un "efecto de asfixia" por el que perdió el conocimiento. Cuando lo recuperó, la víctima se encontró "al condenado sobre ella, habiéndola penetrado al tiempo que le agarraba las muñecas sujetándola, y le decía que 'si no era de él no eres más de nadie".

Después, el condenado se manchó la cara con la sangre de la víctima y llamó a la Policía. Fue entonces cuando la mujer, que nunca quiso denunciar, contó todo, si bien el tribunal de instancia recordó en su sentencia que si no hubiera sido por esa llamada del agresor, el caso hubiera quedado "fuera de los juzgados".