Los reyes del ocio doméstico durante décadas vivieron una primera crisis con la llegada de las televisiones privadas en los 90 para remontar con el boom de los DVD hasta inicios de los 2000. Pero la expansión de internet, la piratería y ahora las plataformas tipo Netflix o HBO han hecho mella en el sector de los videoclubes de manera que si en 2005 había 7.000 establecimientos de este tipo en toda España, ahora solo quedan abiertos 300, según la Asociación Nacional de Empresarios Mayoristas del Sector Videográfico. A Coruña no es ajena a este fenómeno y ya hay menos de cinco videoclubes en toda la ciudad. Quienes resisten aseguran que tienen un público fiel que va desde cinéfilos que se niegan a bajarse una película en internet y buscan cine menos comercial hasta familias sin conexión a la Red o personas que, al igual que en una librería, buscan el consejo del propietario a la hora de elegir la cinta que se llevan a casa.

Desde el sector tienen claro que la expansión de internet y los cambios de hábitos entre los usuarios están detrás de la desaparición de gran parte de los negocios. "Primero fue el top manta y después la piratería en internet que terminó no solo con nosotros sino con las tiendas de discos, las agencias de viaje... Hubo gente que pensaba que bajarse una película no suponía nada pero al final los hábitos de consumo han cambiado y esto ha afectado a otros negocios", explica Ángel García, propietario de Atlántico Video, abierto desde 1985 en la calle Francisco Catoira de A Coruña. Una opinión que comparte Jamie Fawlie, quien regenta desde hace cinco años Aínda DVD en la calle Parque. "Lo que ocurre es que ahora la gente se queda en el sofá viendo Netflix, pero no ven cine, la mayoría opta por series y yo siempre digo que lo mío es un negocio de barrio. Con que cada socio venga solo una vez al mes a por una película, se benefician otros negocios porque igual se toman algo en una cafetería en lugar de en casa, por ejemplo", indica.

Con una competencia tan elevada -casi todas las compañías ofrecen plataformas de contenidos en los paquetes de internet o telefonía- los videoclubes tiran de precios bajos, de su amplio catálogo y de dar flexibilidad a la hora de devolver las películas para atraer a la clientela. En el caso de Atlántico Video cualquier película se puede alquilar por solo 1,50 euros o incluso por 1,20 si se compra un bono. En Aínda DVD también son 1,5 euros si se tiene un bono y solo los estrenos hay que devolverlos al día siguiente, el resto de películas pueden tenerse en casa entre cuatro y siete días y en el caso de las temporadas de las series, hasta diez.

Una de las bazas que mantiene en pie a estos videoclubes, según aseguran sus propietarios, es la amplia oferta de películas que acumulan en sus estanterías o en el almacén. "Nuestro catálogo es más completo que el de muchas plataformas que casi todo lo que tienen son series. Aquí tenemos secciones específicas de cine europeo, LGTBI, de zombies, etc... Hay una gran demanda de cinéfilos que buscan películas antiguas y que pasan de largo de la sección de estrenos", sostiene Jamie Fawlie. "Las plataformas no ofertan todo el cine que tiene un videoclub. Hay películas que apenas duran en cartelera y que aquí ya se pueden tener", añade Ángel García.

¿Y qué tipo de público tienen los videoclubes que resisten a la crisis? Aseguran que es un perfil muy variado aunque la mayoría amantes del cine. "Entre mis 650 socios tengo desde una adolescente de 17 años a la que le encanta el cine de fantasía hasta jubilados de 80 años. Aquí vienen desde cinéfilos que buscan películas determinadas hasta familias que no tienen conexión a internet y es el modo de ver películas y series", indica Fawlie. "Es una clientela fiel, de hace años, que reconocen que nos les compensa bajarse una película y verla en peor calidad que cogerla en DVD o Blu-Ray. Tenemos gente joven, de 20, 30 o 40 años que vienen con los hijos pero es cierto que no son las tropas de jóvenes que venían antes", añade García de Atlántico Video.

Y para sobrevivir en plena era de internet, muchos han tenido que reconvertirse y ofrecer algo más que el alquiler de películas. Es el caso de Video Instant -el más antiguo de España, situado en Barcelona- que ahora cuenta con una cafetería y un minicine para visionar allí algunas películas o el coruñés Aínda DVD, donde ofrecen desde talleres de cine para niños y adolescentes hasta cursos o tertulias sobre películas o aspectos cinematográficos. Todo con un objetivo: resistir al ocaso de los videoclubes.