Los obispos españoles alzan la voz contra la meditación zen que, aseguran, puede "desvirtuar la oración". La Comisión Epicopal para la Doctrina de la Fe alerta de los riesgos de esta práctica en un documento del pasado mes de abril y que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) autorizó a publicar el pasado junio.

La nota doctrinal Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo (Sal 42, 3) Orientaciones doctrinales sobre la oración cristiana señala que a veces la meditación zen es practicada por grupos cristianos y organizaciones eclesiales y que algunos llegan incluso a hablar de un "supuesto zen cristiano". El documento tiene su origen, según explican, en las consultas que frecuentemente llegan a la Comisión sobre la verdadera espiritualidad cristiana, especialmente sobre las prácticas de meditación que incorporan métodos y técnicas importadas de las grandes religiones asiáticas, en alternativa o en concomitancia con la fe y la espiritualidad cristianas.

Los obispos señalan que esto no supondría mayor dificultad si se limitara a incorporar a la pedagogía de la oración cristiana ciertas técnicas que predisponen el cuerpo y el espíritu al silencio necesario para la oración. Sin embargo, advierten de que "no en pocas ocasiones" va más allá de esto, teniendo consecuencias para la comprensión de la oración.

"No es posible una oración propiamente cristiana que asuma globalmente un método que no esté originado o se aparte del contenido de la fe. Tampoco se pueden aceptar acríticamente ciertos planteamientos que interpretan algunos temas centrales de la fe cristiana desde los esquemas de pensamiento propios del budismo zen", aseguran. Así, señalan que estos paralelismos llevan a desvirtuar el contenido de la fe, porque olvidan que la "universalidad salvífica de Jesucristo abarca los aspectos de su misión de gracia, de verdad y de revelación". Además, recuerdan que la meta de la meditación zen es un estado de quietud y de paz que se alcanza aceptando los acontecimientos como vienen, renunciando a cualquier compromiso por cambiar el mundo. "Si con este método la persona se conformara solo con una cierta serenidad interior y la confundiera con la paz que solo Dios puede dar, se convertiría en obstáculo para la práctica de la oración", dicen.