Galicia logra la cifra más baja de afectados por tuberculosis desde que hay registros, pero se mantiene como la comunidad con mayor tasa de incidencia de esta patología. Un total de 527 gallegos desarrollaron la enfermedad en 2017, lo que supone que la comunidad registra unos 19,5 casos por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta de toda España, seguida de lejos por los casi 13 de Cataluña, según el Venres Epidemiolóxico que acaba de publicar el Sergas. Expertos aseguran que esta aparente contradición se debe a que históricamente la tuberculosis es una patología "endémica" en Galicia y peor ello, pese a que la incidencia ha bajado progresivamente desde que existe un programa específico en la sanidad gallega para abordar esta patología, equilibrarse con el resto de autonomías es algo que lleva su tiempo.

El Sergas puso en marcha el Programa Galego de Prevención e Control da Tuberculose en 1996 y desde entonces el número de casos bajó un 73%. Si ese año se arrancaba con casi 2.000 pacientes, diez años después se quedaban en 1.042 y si la tasa de incidencia era de 71 casos por cien mil habitantes, ahora no llega a 20. La caída de personas que desarrollan la enfermedad, es decir, experimentan los síntomas es constante desde entonces. Solo en la última década los casos bajaron casi a la mitad y otro 13% si se comparan los últimos cinco años: de 604 a 527, según los datos de Sanidade. "El principal cambio a raíz de iniciarse el programa fue la organización. Se crearon unidades específicas de tuberculosis en cada área sanitaria cuyo objetivo no solo es diagnosticar y tratar todos los casos sino la prevención para poder reducir el número de infectados", explica una de las médicas de la unidad coruñesa María Otero.

Una vez diagnosticado un caso de tuberculosis que puede transmitirse „suele ocurrir con la pulmonar pero no así cuando el bacilo afecta a otras partes del organismo„, se indica el tratamiento adecuado (hoy en día se aborda con cuatro fármacos que deben tomarse durante al menos seis meses) y se inicia un estudio sobre su entorno para descartar más casos. "Lo hacemos en círculos concéntricos y en función de la convivencia. Esta patología se contagia por vía aérea, al exhalar los bacilos al reir, hablar o toser. Se consideran grupos de alto riesgo quienes pasen más de seis horas diarias con el enfermo. Analizamos normalmente a familiares y su entorno laboral, social o escolar", explica Otero, quien indica que a todos ellos se les hace la prueba de la tuberculina.

En esta patología, dar positivo en la prueba no significa tener la enfermedad, simplemente que esa persona ha tenido contacto con el bacilo. "En el 95% de casos el sistema inmunológico está fuerte y esto hace que no se tenga la tuberculosis", indica Otero, quien, sin embargo, recuerda que el contacto está ahí "y a lo largo de nuestra vida podemos tener épocas con peor sistema inmunológico y desarrollar la enfermedad".

Una vez hecha la prueba y una radiografía, en función de la persona "se puede aconsejar un tratamiento preventivo y así evitamos que en el futuro ese paciente desarrolle la enfermedad". "En otros casos, al hacerle la radiografía descubrimos que la enfermedad ya está iniciada aunque aún no tenga síntomas. Se puede coger a tiempo y tratarlos antes de que tengan capacidad para contagiar", sostiene esta doctora, quien asegura que este tipo de prevención es la clave de que cada año bajen los casos de tuberculosis en la comunidad gallega.

Eso sí, reconoce que se parte de una base complicada. "Históricamente hemos sido y seguimos siendo una comunidad donde la tubérculosis es endémica, es algo que viene ya del siglo XIX. Quizás por la dificultad que tenían los médicos para acceder a ciertas zonas del rural o el clima, llueve mucho y esto favorecía que estuviésemos más en el interior, en las lareiras, algo que no ocurría en Andalucía, por ejemplo, y esto eleva el riesgo de transmisión si hay algún caso", explica esta doctora, quien asegura que poco a poco seguirá descendiendo la incidencia.