Los cigarrillos electrónicos llegaron hace apenas 15 años al mercado bajo la premisa de ser un nuevo método para dejar de fumar, como los chicles o los parches de nicotina. Pero esto es, según los expertos, solo un mito más sobre estos dispositivos. Ni son útiles para dejar el tabaco, ni son más sanos que los pitillos de toda la vida, pero el mensaje apenas ha calado en la sociedad, especialmente entre los más jóvenes. Solo uno de cada tres españoles de 14 a 18 años considera que usar a diario los e-cigarrillos puede causar problemas para la salud, mientras que el porcentaje sube al 91% si se le pregunta sobre los riesgo del tabaco convencional, según la última encuesta al respecto del Ministerio de Sanidad.

"Uno de los problemas es que la percepción de riesgo entre los adolescentes es mínimo", indica la neumóloga del Hospital de A Coruña Ana Souto, quien recuerda que estos dispositivos llevan "glicerina, diferentes líquidos, aromas y no se conocen todos sus ingredientes ni sus efectos". Además, se sabe que uno de los productos que hace que el dispositivo se caliente desprende una sustancia cancerígena. "Y otros están aprobados para su uso digestivo pero no sabemos qué efectos pueden tener si se inhalan", indica esta especialista, quien también deja claro que normalmente "el uso de estos dispositivos va unido al del tabaco o el cannabis" así que otro falso mito es que sirvan para dejar el hábito. "No son un método para dejar de fumar e incluso hay no fumadores que los usan y aunque debemos de ser cautos, no son inocuos", sostiene esta doctora que recuerda que en 2016 ya los habían probado el 13% de adolescentes gallegos.