La atención y los cuidados en los tramos finales de la vida es una de las cuestiones deontológicas a debate en el seno de la sociedad en los últimos años, sobre todo en casos de enfermedades terminales y que afectan notablemente a la calidad de vida de los pacientes. Es por ello que la comunidad médica urge un cambio cultural y una reflexión sobre la importancia de lograr una planificación compartida que permita al individuo tomar la decisión adecuada sobre estes supuestos, con carácter previo y que se respete su voluntad.

Unas jornadas analizan este martes en Compostela 'la experiencia de implantación de instrucciones previas en País Vasco y Galicia', con el objetivo de dar a conocer los avances registrados en Euskadi para lograr una normalidad social acerca de la reflexión sobre la enfermedad e implantar una planificación compartida de la atención.

El presidente del Colexio de Médicos de A Coruña, Luciano Vidán, ha explicado que en los últimos tiempos se ha evolucionado de un modelo de atención "sin el paciente", en el que el médico estaba obligado a mantener su vida, a uno basado en "la autonomía" de la persona, es decir, en el que cada ciudadano tiene "derecho a decidir" dentro de las alternativas que ofrezca la ciencia en cada momento.

Ahí el médico cumple una "gran función" tanto moral, como deontológica y legal (tras implantación de la 'Ley de Autonomía del Paciente) y en este punto está el llamado "documento de voluntades anticipadas o testamento vitaltestamento vital", en el que la persona indica "expresamente" lo que quiere que se haga cuando llegue el momento final de su vida, sobre todo en materia de esfuerzo terapéutico en situaciones de gravedad e irreversibilidad.

Margarita Tasende, responsable del registro gallego de instrucciones previas, ha cuantificado en "más de 9.000" los documentos de este tipo inscritos en la comunidad (una tasa de 4 por cada 1.000). La responsable ha explicado que la validez de este informe depende únicamente de que esté "debidamente formalizado", puesto que la inscripción es "voluntaria" (aunque recomendable).

Estas cifras, inferiores a las de Euskadi (entre 12 y 20 por cada 1.000) no satisfacen a la comunidad sanitaria en Galicia y Tasende ve necesario potenciar la "difusión" y la información al paciente, aunque todo ello se produce en un contexto en el que la sociedad "es bastante reacia a hablar de la muerte o de la enfermedad".

Los médicos de familia cumplen, en este sentido, un papel "importante" a la hora de hablar con el paciente sobre estas posibilidades y cuestiones debido a la "proximidad y confianza" con ellos, aunque la responsable del registro gallego reconoce que este colectivo está "muy sobrecargado" en la actualidad.

Una planificación compartida

Luciano Vidán ha señalado, al respecto, que desde el colegio de médicos tienen "la sensación" de que podría "ir más deprisa" en la implantación de este proyecto en la Comunidad gallega y es por ello que han organizado estas jornadas para conocer la experiencia de Euskadi en materia de planificación y de instrucciones previas.

El coordinador del proyecto 'Voluntades anticipadas en el País Vasco', Iñaki Saralegui, ha matizado que las cifras de registro al respecto "son importantes, pero no lo fundamental", y ha apostado por "intentar un cambio cultural" en el que se hable de la enfermad, del cuidado, y que se acompañe al paciente "en la toma de decisiones", al promover conversaciones para saber lo que piensa.

"Un proceso más general, que no es sólo un papel, una planificación compartida de la atención", ha explicado. Para ello, ha insistido en la importancia de redactar y registrar un documento "que plasme esos valores", para que cualquier profesional sanitario "pueda conocer" la voluntad de la persona llegado el momento.

Al respecto, Tasende ha reconocido que en Galicia "no se está haciendo", o al menos no de una manera tan "interdisciplinar", aunque sí hay espacios de información y ayuda a los pacientes para realizar el documento.

"Somos muy conscientes de que el cambio cultural lo tenemos que implantar aquí también", ha añadido, por su parte, Fernando Domínguez, responsable comisión deontológica del colexio, puesto que la sociedad debe plantearse esa reflexión sobre la calidad de vida en las últimas fases de una enfermedad o "si vale la pena seguir viviendo conectado a unos tubos o unas máquinas".

Perfil

Iñaki Saralegui ha señalado que el perfil de un solicitante de estas instrucciones es el de una mujer de 67 años, sana y que cuida o ha cuidado de un familiar con demencia. Principalmente, lo que quiere es pasar la última parte de su vida en casa, "sin ser una carga" para sus hijos, o no alargar la vida en caso de enfermedad irrecuperable.

Al respecto, Tasende ha explicado que la mayoría de la gente solicita una limitación del esfuerzo terapéutico llegado a situaciones clínicas de gravedad e irreversibilidad, además de ofrecerse como donante de órganos.

Estos expertos piden, asimismo, diferenciar el concepto de muerte digna del de la eutanasia que, para Saralegui, se trata de un proceso paralelo pendiente de reflexión y de una legislación en España.

Sobre todo, ha incidido en la capacidad de decidir del individuo, que tiene el derecho de nombrar a una persona que le represente en el caso de que la enfermedad se agrave y a dejar una voluntad previamente especificada para cuando no tenga la facultad de decidir.