A los 14 años debutó con una timba presencial de póquer que enseguida compaginó con las partidas online y que supuso el inicio de una adicción al juego que le llevó a engancharse a la ruleta y las tragaperras con 16 años y a pasar a las apuestas deportivas al llegar a los 19. "Durante mis últimos tres años antes de la rehabilitación se puede decir que jugaba las 24 horas. Apostaba al irme a dormir, ponía el despertador de madrugada para ver los resultados, apostaba en el trabajo...", explica Santiago Caamaño, un joven de 26 años que lleva ya dos años rehabilitados y que recuerda cómo llegó a falsificar sus notas y hacer que suspendía para poder estar más tiempo frente al ordenador.

Su consumo fue poco a poco en aumento. "Si al principio jugaba 10 euros de vez en cuando, después ya era todo el dinero que me daban y con el tiempo llegué a acumular una deuda de 8.000 euros", indica Santiago, que asegura, sin embargo, que en su casa tardaron en darse cuenta. "Siempre fui un buen mentiroso y con el tiempo se te agudiza el ingenio", resalta.

Tampoco él era muy consciente de la espiral en la que estaba metido hasta años después. "La primera vez que pedí ayuda a la familia fue realmente por la deuda. Fui a Agalure pero yo mismo pedí el alta voluntaria y recaí hasta en cuatro ocasiones. La última toqué fondo, yo mismo me decía llorando que no fuese a jugar, pensé incluso en hacerme desaparecer y gracias al psicólogo seguí con la terapia y logré rehabilitarme", explica este joven coruñés, quien considera que uno de los grandes mitos es creer que uno juega, pero no tiene problemas con el juego. "Yo también lo pensaba pero siempre hay un riesgo. Yo no puedo aconsejar el consumo ni moderado ni con responsabilidad", indica Santiago, quien también es muy crítico con los anuncios de apuestas deportivas o juegos online que recurren a famosos "para dirigirse a los menores", y que denuncia a través de sus redes sociales.