El tabaco provoca cada año 50.000 muertes prematuras solo en España, está detrás de 29 enfermedades „diez de ellas tumores„ y se sabe que el humo de un pitillo esconde hasta 4.000 productos químicos, muchos de ellos tóxicos. Por ello, dejar de fumar es uno de los deseos que aparecen con frecuencia en la lista de propósitos de muchos ciudadanos. Ahora, el Gobierno da un empujón a quienes se animen a olvidar los cigarrillos y desde enero la sanidad pública financiará Champix, el medicamento más utilizado para este fin y que ya no tendrán que costear de su bolsillo los fumadores (el tratamiento completo suponía unos 200 euros). Desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña aplauden esta medida, pero recuerdan que ni el fármaco por sí solo suele funcionar para dejar el hábito ni la vareniclina (comercializada como Champix) es la única opción para decir adiós a los pitillos.

Lo primero para dejar de fumar es estar convencido. "De nada sirve alguien que se lo esté pensando, ahí hay que trabajar la motivación. Hay que estar plenamente convencido", asegura la farmacéutica Montserrat Lage, que trabaja en una botica de Cambre donde cuentan con un programa de ayuda para dejar de fumar. "El problema del tabaco es que por una parte es una adicción, debido a la nicotina, y por otra, un hábito. El fumador asocia el pitillo a ciertos momentos o simplemente a tener algo en la mano. Por ello, lo que suele tener más tasas de éxito es compaginar un tratamiento farmacológico (para evitar el síndrome de abstinencia) con la terapia conductual, es decir, cambiar de hábitos o rutinas", explica esta farmacéutica, quien deja claro que quienes logran salir del tabaco por sí solos, son los menos. Lo habitual es compaginar las dos terapias.

Dentro de los productos que ofrecen las farmacias para dejar el tabaco hay tres tipos. Está Champix, un fármaco que debe prescribir el médico „ "lo hace en función de la motivación y las características del paciente", explica Lage„ y que a través de comprimidos orales que hay que tomar durante 12 semanas reduce las ansias de fumar y los síntomas de abstinencia. Su eficacia es del 40% y se calcula que unas 70.000 personas se beneficiarán del hecho de que lo financie la sanidad pública. Otra opción, aunque menos utilizada por sus posibles efectos, es el bupropión (comercializado como Zyntabac y cuyo coste ronda los 50 euros por caja). "Es un antidepresivo y puede tener riesgos", explica Lage.

Y el tercer tipo de productos para dejar de fumar son las terapias sustitutivas de nicotina cuya oferta va desde los clásicos chicles y parches (cuyo precio mínimo oscila entre los 30 y los 50 euros, según el formato y la cantidad) hasta comprimidos o espráis bucales (unos 30 euros cada envase). Los expertos aseguran que solo pueden utilizarse un máximo de tres meses. "Para mí lo ideal es combinarlos con otro fármacos y que estos sean solo una medida de rescate, es decir, que cuando te apetezca un cigarro, por ejemplo, te tomes un chicle", dice Lage.

En paralelo a la ayuda farmacológica hay que trabajar la parte psicológica. "Hay que cambiar de rutinas y saber que el ansia por fumar dura uno o dos minutos. Es bueno saber si surge, qué hacer, sustituirlo por otra tarea: leer, hacer ejercicio...", indica esta farmacéutica coruñesa.