Páginas para vivir aventuras en las largas tardes de hospital, para que vuelen las horas en las que el tratamiento obliga a estar sentado, para sobrellevar mejor la espera hasta entrar en consulta o simplemente para pasar un buen rato en compañía de los familiares y amigos que van de visita. Los libros son aliados de los pacientes ingresados y por ello, algunos hospitales cuentan con una biblioteca propia o habilitan ciertas estancias para la lectura. A Coruña no es ajena a los beneficios de la lectura para quienes no atraviesan un buen momento de salud. El Materno Infantil Teresa Herrera cuenta con más de mil ejemplares entre su biblioteca del área de Pediatría y los libros que presiden las estanterías situadas a las puertas de muchas consultas médicas. En el caso del Hospital Universitario, los trabajadores de varios servicios como Oncología o Traumatología han decidido reconvertir las salas de espera en lugares acogedores para fomentar la lectura y otras actividades lúdicas.

"Cuando un niño ingresa sufre una interrupción de sus actividades cotidianas y buscamos que el hospital se asemeje lo máximo posible a su vida diaria. Por ello, tenemos la escuela, hay medios audiovisuales, el ciberaula, pero es muy importante la lectura y con la biblioteca intentamos fomentarla", señala el jefe de Pediatría, Jerónimo Pardo, quien añade: "Es una forma de entretenimiento tanto para los niños como los padres. Hay que tener en cuenta que el hospital hay muchos tiempos de espera, horas muertas que parece que no pasa nada pero en realidad están recibiendo el tratamiento".

Hace ya años, gracias a las donaciones de organismos públicos como la Xunta o entidades privadas como la Fundación María José Jove o La Caixa, el área de Pediatría creó su propia biblioteca dentro del hospital. Funciona de forma similar a cualquier otra. "Está ubicada en el ciberaula. Cualquier paciente o familiar puede acudir allí a hojear y leer los libros y tenemos también sistema de préstamo por si lo quieren llevar a la habitación y estar varios días con él", explica Pardo. La profesora que da clases por la mañana o lo monitores del ciberaula por la tarde son los encargados de registrar quien se lleva los libros aunque a diferencia de las bibliotecas no hospitalarias, aquí no hay tiempo máximo para tener el libro en su poder. "Los pueden tener hasta que reciban el alta. La estancia media es de 4 o 5 días pe ro hay pacientes que están hasta varias semanas y no pasa nada", explica Pardo, quien resalta que hasta tienen un buzón por si alguien quiere hacer las devoluciones cuando la ciberaula no está abierta.

A la biblioteca central se suman además los libros instalados en las salas de espera de las consultas con el especialista. "Cualquiera puede cogerlos y leer o visionarlos mientras aguarda a ser atendido", indica Pardo, quien deja claro que los libros "están muy cuidados" ya que familiares y pacientes son muy respetuosos con el material. Entre los más de mil ejemplares que nutren la biblioteca del Materno hay para todas las edades. Desde cuentos para que los padres lean a los niños que aún no pueden hacerlo por ellos mismos, hasta libros-juego y lecturas para todas las edades, desde Primaria hasta los adolescentes e incluso algunos para que también pasen el tiempo los adultos que acuden de visita. "Es todo un éxito. Puede parecer que en esta época es todo audivisual pero aquí pasan muchas horas y hay mucho movimiento en la biblioteca", sostiene Pardo.

En el caso del Hospital Universitario, la biblioteca ubicada en la planta cero es únicamente para el personal. Se trata de libros científicos y divulgativos a los que recurren sanitarios durante sus investigaciones o para formarse. Pero gracias al interés de los trabajadores del centro, varias plantas cuentan ya con libros a disposición de sus pacientes. Hace poco más de dos años, en Oncología decidieron dar un giro de 180 grados a la sala de espera de la novena planta. De la mítica estancia con apenas unas sillas y una mesa, pasó a ser una especie de salita como la de cualquier casa. "Tiene sofás, varias mesas, está decorado con cuadros y en las estanterías tenemos juegos de mesa", explica Goreti Pazos, médico adjunta de este Servicio. "Fue el propio personal quien poco a poco fue aportando libros y después también hay pacientes que una que vez que dejan el hospital regalan algunos ejemplares o que aquellos volúmenes que compraron cuando estaban ingresados", explica y asegura que también es una hemeroteca, donde consultar revistas y periódicos.

La creación de esta sala multiusos „funciona como biblioteca pero también como lugar de reunión donde pacientes y familiares socializan, meriendan o incluso estudian„ se enmarca en el proyecto Oncofrail que busca atender las necesidades especiales que tienen los pacientes oncológicos tanto desde el punto de vista físico como emocional. "Son pacientes que pasan muchas horas solos y que necesitan tener la cabeza ocupada", reconoce Pazos, quien asegura que esta sala "es una zona para socializar y que salgan del aislamiento que supone la habitación". "Por ello acude una terapeuta para hacer arteterapia", sostiene esta doctora. Al igual que ocurre en las improvisadas bibliotecas de las salas de espera que hay en otras plantas, no existe un sistema de préstamo y se confía en la buena voluntad de los pacientes. "Siempre los devuelven", asegura esta doctora coruñesa.