Rosa María Mirás, premio eWoman Coruña a la Trayectoria Profesional by CaixaBank, ha hecho del fondo del mar su vida y su negocio. La necesidad de reconvertir una pequeña conservera, dedicada al envasado de setas, fue lo que la llevó junto a su marido, Antonio Muíños, a investigar en el tratamiento de las algas. Así fue cómo, en 1998, nació Porto-muiños, una empresa familiar pionera en Galicia en comercializar algas frescas y deshidratadas que, a base de esfuerzo e ilusión, ha logrado hacerse un hueco en la práctica totalidad del mercado europeo.

¿Cómo decide lanzarse al mundo empresarial?

Nuestro proyecto da sus primeros pasos en 1982, cuando todavía éramos universitarios. La inquietud nos llevó a empezar a cultivar hongos, champiñones, shiitakes... pero como en Galicia no se consumían demasiado este tipo de productos, tuvimos que empezar a buscarnos la vida en otras comunidades con mayor auge turístico como, por ejemplo, en Canarias. Esa primera aventura nos fue bastante bien y, ya en los 90, decidimos ampliar los cultivos y poner en marcha un pequeño obrador para dar salida al excedente de hongos. Sin embargo, la demanda de este tipo de productos era cada vez mayor y nunca tuvimos la posibilidad de comercializar hongos en conserva. Fue entonces cuando pensamos en diversificar el negocio para utilizar el obrador.

Y empiezan a cultivar algas.

Sí. Siempre hemos sido unos apasionados del mar, pero en Galicia hay muchísimas grandes conserveras que ya están en cuarta y quinta generación, por lo que teníamos que tratar de diferenciarnos para conseguir buenos resultados. Así que empezamos con las algas. Siempre tuvimos la inquietud de hacer algo diferente, es lo que nos llena y lo que nos ilusiona día a día.

En aquel momento, no sería habitual que una mujer llevase las riendas de un negocio...

Las cosas, afortunadamente, han cambiado bastante, y hoy en día creo que casi nadie se sorprende por ver a una mujer o en un cargo de responsabilidad en una empresa. Cuando nosotros comenzamos era bien distinto. En los 80, la presencia de una mujer joven en este mundillo llamaba la atención. Yo he estado en reuniones completamente rodeada de hombres.

¿Ha tenido que hacer frente a alguna dificultad durante el desempeño de su labor profesional por el hecho de ser mujer?

Lo cierto es que he sido bastante afortunada, y nunca me he topado con grandes dificultades por el hecho de ser mujer. Al contrario, en nuestro sector los compañeros me han respaldado bastante. Sí que es verdad que, en alguna ocasión, sobre todo al principio y en reuniones de carácter más científico, solo convocaban a Antonio. Pero esta empresa ha sido siempre un proyecto de dos, así que unas veces iba él y otras veces iba yo. Y no había ningún problema.

Tienen dos hijos, ¿le costó conciliar?

En este sentido también hemos tenido bastante suerte, ya que el tipo de negocio que llevamos nos ha permitido siempre pasar tiempo con nuestros hijos. De hecho, desde bien pequeños nos han acompañado siempre a buscar algas, y han estado muy involucrados en el proyecto. Tanto es así, que hoy en día forman también parte de la empresa. Esto es algo que nos da mucha tranquilidad. Sabemos que el proyecto va a tener continuidad porque el alma con el que nació seguirá ahí.

¿Qué consejo daría a las jóvenes que, como usted en su momento, se estén planteando poner en marcha algún proyecto empresarial?

Les diría que pongan muchas ganas a lo que hacen. El esfuerzo y la pasión son fundamentales para sacar adelante los proyectos. Y también les aconsejaría que no se lancen a la piscina sin antes haber estudiado mucho la viabilidad de la empresa que van a llevar a cabo. Nosotros hemos tenido éxitos a lo largo de estos años, pero también fracasos, precisamente, por ese motivo. De todo se aprende.