El acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias abre la puerta a un gobierno progresista en España, y sería deseable que todos los ámbitos de los entes públicos tomaran también como eje ese rotundo progresismo que ambos líderes proclamaron nada más firmar su alianza. En los últimos años de nuestra democracia hemos tenido gobiernos que no eran progresistas, y los gobiernos deben ser progresistas. El tema de esa columna es el mundo de la televisión, así que aprovecho el texto de hoy para reclamar una televisión pública progresista, que sea progresista, no como las cadenas públicas que hemos tenido, que a veces no han sido progresistas.

Hacen falta informativos progresistas, presentados por presentadores progresistas, que cuenten con redactores progresistas, pero no sólo eso, también los maquilladores, iluminadores, los técnicos de sonido o encargados del catering han de ser progresistas. Basta ya de informativos que no son progresistas. No hay problema en que la televisión pública emita telenovelas, siempre que éstas sean progresistas. Se debería prestar atención a los platos que se cocinan en Masterchef, priorizando aquellos que sean progresistas. En ocasiones, La 2 emite documentales que no son progresistas, y los documentales deben ser progresistas. Exigimos dibujos animados progresistas. Retransmisiones deportivas progresistas en Teledeporte. Debates entre progresistas en 24 Horas. Programas religiosos protestantes, judíos, musulmanes y católicos sí, pero progresistas durante la mañana de los domingos en La 2.

Pocas ideas son tan filosóficamente complicadas y a la vez totalmente vacuas en su uso político cotidiano como las ideas de progreso y progresismo. La televisión pública debe emitir un espacio en el que se denuncien estas tomaduras de pelo alumbradas por profesionales del marketing. Un espacio hecho, por supuesto, desde un punto de vista progresista por profesionales progresistas. Rotundamente progresistas.