Se imaginan qué bonito podría ser el programa 200 de Ramón Gener si no fuera de Ramón Gener? El espacio de La 2 está siendo interesante, pero ¿se imaginan lo interesante que podría llegar a ser un programa de divulgación sobre el Museo del Prado en donde el presentador se ponga al servicio de los cuadros en vez de poner los cuadros al servicio del presentador? Estamos aprendiendo muchas cosas en 200, pero ¿se imaginan cuánto más podríamos estar aprendiendo si la serie incluyera más primeros planos de los cuadros que del presentador? ¿Se imaginan lo fascinante que sería 200 si tratase sobre el Museo del Prado y no sobre Ramón Gener?

Pero no va a ser posible. Lo sufrimos en This is opera. Lo padecimos en This is art. Como un rey Midas de los tiempos del Instagram, todo lo que Ramón Gener toca lo convierte en sí mismo. Debe de ser agotador. La raíz „vulg„ en divulgar tiene que ver con vulgo, no con vulgar „vale, vulgar es el adjetivo del sustantivo vulgo, pero ese es otro tema„. Divulgar el arte no consiste en contárselo a los burgueses vulgarizándolo, sino en trasmitírselo al vulgo sin banalizarlo. Pero, teniendo en la chistera únicamente la pose y la intensidad emocional „las aburridísimas armas de los comunicadores sin talento„, Ramón Gener es incapaz de situarse en la escala que le es propia al análisis artístico de las obras de arte que comenta, a las que termina tomando como el macguffin de su afectación y engolamiento.

De forma que, al final, el espectador se ve obligado a elegir entre disfrutar del Museo del Prado „aun a costa de aguantar al presentador„ o escapar del presentador „aun a costa de perderte el Museo del Prado„. Aunque está pensado como una colaboración entre Ramón Gener y la pintura, en realidad 200 supone un enfrentamiento entre ambos que se libra cada jueves en nuestras casas. En mi caso va ganando el Museo del Prado tres a cero, pero les aseguro que las fuerzas del arte comienzan a flaquear.