Las estadísticas muestran que uno de los grupos de fármacos dispensados en mayor cantidad en las farmacias es el de los ansiolíticos, prescritos por los médicos bajo diversos nombres comerciales y con diferentes dosis, pautas, etc... No deben ser consumidos sin su estricto control debido a sus efectos secundarios e interacciones.

El proceso ansioso puede deberse a una situación coyuntural o constituir un trastorno psiquiátrico que requiere la ayuda del médico „y la correspondiente medicación„ para resolverse. Los estudios realizados indican que es más frecuente en primavera y otoño, aunque puede aparecer en todas las estaciones, sobre todo en momentos como éste de incertidumbre vital, social y económica.

Las personas ansiosas describen síntomas diversos porque somatizan su ansiedad de manera diferente: insomnio, nerviosismo, cefaleas, dolor de estómago, mareos, hipertensión, náuseas, etc... Los ansiolíticos alivian los síntomas, pero no actúan sobre la causa que los produce. Para ello, debes cambiar tu estilo de vida, enfrentarte a los problemas de manera optimista, no adelantar acontecimientos negativos, organizarte para no mezclar conflictos, etc... Si no lo resuelves así, acude al médico, quien te prescribirá en caso necesario el ansiolítico adecuado a tu situación (normalmente un benzodiacepina).

Es importante saber que:

-No se pueden tomar para aliviar la tensión producida por un problema puntual. Lo correcto es hacerle frente a la situación con mecanismos naturales.

-Solo el médico puede prescribirlos y pautarlos. No deben ser adquiridos sin la receta médica individualizada ni en lugares sin control sanitario.

-Solo se dispensan con receta. ¡No te enfades por ello! La ley es muy clara y los profesionales la siguen a rajatabla.

-Debes seguir las normas que te han dado: cumplir el horario, el intervalo entre dosis, la cantidad a ingerir, no aumentar el tiempo de consumo, etc... Es fundamental para poder conseguir los efectos buscados y reducir los secundarios.

-Jamás aumentes la dosis sin indicación del médico, aunque no obtengas los resultados que esperabas. Su efecto suele tardar unos días en producirse y aumentar la cantidad ingerida no va a reducir los tiempos, pudiendo causarte una peligrosa sobredosis.

-No dupliques la dosis si olvidas tomar la anterior. Espera a la siguiente y continúa el horario habitual.

-No temas, no los necesitarás para siempre. Lo normal es que, en pocos meses, dejes de tomarlos, por lo que no sufrirás dependencia.

-No abandones su uso sin consultar al médico; debes retirarlos gradualmente para evitar el síndrome de abstinencia. Es un proceso más lento de lo deseable, pero te garantizará el objetivo que deseas sin sufrir más de lo necesario.

-Lee el prospecto para conocer los efectos que puedes padecer. Ante cualquier duda, consulta al farmacéutico y, si aparece alguna reacción extraña no descrita, acude al médico.

-No consumas bebidas alcohólicas durante su uso porque potencian el efecto sedante de las benzodiacepinas. Especialmente importante si vas a realizar alguna tarea que implique un riesgo ya que se consideran la causa de un gran número de accidentes.

-No tomes drogas ilegales para evitar reacciones cruzadas que pueden resultar muy peligrosas, incluso causar la muerte.

-No mezcles medicamentos sin orden del especialista, pues es el único que sabe lo que te conviene. Aunque te parezcan poco importantes o los hayas tomado en otras ocasiones sin problema, pueden activarse mutuamente al interaccionar y alterar tu salud.

-No conduzcas ni manejes maquinaria si no te sientes seguro o percibes que tus capacidades están reducidas. El consumo de estos medicamentos afecta a los reflejos y puede ocasionar accidentes. Las estadísticas confirman que un gran número de accidentes se producen en estas circunstancias de consumo.

-Ten cuidado con los efectos secundarios. Puedes sufrir pequeños percances (como caídas) por la disminución de tus reflejos o mareos (por la reducción de la tensión arterial).

-No consumas tampoco sustancias naturales, porque pueden potenciar la acción del ansiolítico (como ocurre con la valeriana) o reducirla (como sucede con el ginseng).

Estos fármacos reciben diferentes nombres comerciales que, lamentablemente, resultan demasiado conocidos para el público general, lo que indica que su consumo es muy habitual. ¡No olvides que sólo debes tomarlos si te los prescriben! Consulta a tu médico.