Una"cabecita loca" preocupada por su reputación y "sin reparos para mentir" con la que mantenía una relación intermitente „casi clandestina„ pero de la que estaba "enamorado". Así definió César Adrio a la que durante meses fue su pareja sentimental y compañera de trabajo, Ana María Enjamio Carrillo. Esta declaración la realizó sentado en el banquillo de los acusados de la Sección Quinta de la Audiencia de Vigo y de cara a un jurado popular y un magistrado que deberán dictaminar su implicación en la muerte a cuchilladas de la joven la madrugada del 17 de diciembre de 2016 en su portal de la Avenida de Madrid. Esta ingeniera natural de Boqueixón recibió, presuntamente a manos del acusado, una treintena de puñaladas, seis de las cuales le atravesaron el corazón, tras meses de "hostigamiento", "coacciones" y "acoso" constante, según esgrimen las acusaciones. Ambas sostienen que el varón la esperó en su portal tras seguirla después de la cena de navidad para matarla. Piden para él penas superiores a los 27 años de cárcel.

Esta realidad difiere por completo de la del único sospechoso, el vigués César Adrio „separado y padre de dos hijos menores de edad„, quien con un escueto "yo no maté a Ana María, si lo supiera... pero no tengo ni idea" respondió a la fiscal por su acusación de asesinato. Amplió su versión asegurando que "nunca" estuvo en el portal donde residía y murió la joven. "Nunca me presenté en el portal de Ana, nunca", recalcó, si bien precisó, también a cuestiones del Ministerio Fiscal, que "intuía más o menos dónde vivía" por una compañera.

Adrio sostiene que durante la cena "estuvimos juntos". "Nos dimos un par de besos en la entrada y al terminar. En la cena nos sentamos separados pero luego en el salón con la música, cuando comenzó el baile tuvimos un escarceo en el baño de minusválidos. Estuvimos allí y nos besamos, no la forcé, para nada", aprecia. La idea de continuar la fiesta en otro local se desechó, y fue entonces, cuando paseaban con unos amigos, cuando Ana le dijo que se fuera "porque no pintaba nada" y "porque estaba Samuel (exnovio de Ana) por aquí; por miedo no quiso arriesgar". Posteriormente aclaró que se fue a su casa para acudir al día siguiente a Vilagarcía para ver a sus hijos, "sin pasar por la Avenida de Madrid", completa Adrio.

Si hay una característica que definía esta relación era, según el acusado, el secretismo. "Clandestino" u "oculto" fueron las palabras que empleó para justificar la ausencia de conocimientos del círculo de Ana sobre sus supuestos encuentros. "Unos 15 días después de la última discusión retomamos la relación. [...] La retomamos en los mismos términos que antes, pero mucho más clandestino. Disimulábamos muy bien nuestra relación, a ella le preocupaba mucho su reputación; no tenía reparos en mentir", reconocía al interrogatorio de su letrado, el penalista Guillermo Presa.

Ana María Enjamio y César Adrio mantuvieron una relación sentimental, al menos entre diciembre de 2015 y julio de 2016 como pareja, aunque el encausados sostiene que estos encuentros, se prolongaron "hasta que la asesinaron". Si bien en esta ecuación falta una incógnita; un nombre repetido por las partes y el acusado en infinidad de ocasiones: Samuel. Se trata del primer novio de la joven y con quien habría retomado contacto y posiblemente la relación amorosa una vez decidió cortar su noviazgo con Adrio. La conexión entre ambos y sus encuentros no eran desconocidos para el presunto agresor, tanto que llegó a hacerse con el teléfono móvil de la joven „cuya tarjeta SIM apareció en la mesilla de noche del acusado„ para evitar una cita de Ana con Samuel. "Le mandé un mensaje contándole la relación de a tres que mantenía Ana para tratar de enemistarlos", aseguró, en relación a un episodio parejo. Otro ejemplo de sus supuestos celos hacia el primer novio de la joven fue el envío de una fotografía suya con Ana María en la cama "para tratar de que a Samuel le sentase mal, ya que yo estaba enamorado de Ana", dice.

Junto a estas, fueron otros los indicios o pruebas que propiciaron el arresto del acusado. La punta del iceberg fue un intento de suicidio en su domicilio un día después del crimen. Allí, los investigadores hallaron una nota manuscrita por Adrio que rezaba "Ana, perdóname, sabes que te quería tanto. No lo puedo soportar", a mayores de una despedida a sus hijos y sus padres. Dicha cuestión, fue solventada por el presunto asesino como "un perdón por el suicidio", no por el crimen. Sobre la sangre de la joven hallada en el coche de César Adrio, éste reconoce „avalando su defensa esta argumentación en varios mensajes de WhatsApp de Ana„ que ambos habían mantenido relaciones sexuales en el vehículo cuando la joven tenía la regla.