Ya no es Milikito, aunque podría. La vitalidad del que fuera el rey del entretenimiento en televisión con veintipocos años permanece intacta: ha organizado un nuevo concierto de Acción contra el Hambre, está inmerso en un nuevo proyecto musical y en otro de contenido infantil, y en su tercera película. Y está gira con Circlassica, espectáculo con el que ha reexplorado sus orígenes casi 40 años después.

¿El mundo del circo necesitaba a Emilio Aragón por su 250 aniversario?

En absoluto, el circo goza de buenísima salud. Somos los artistas los que necesitamos de él. Afortunadamente, vivimos un renacimiento. Hay talento joven que lo está reinventando.

Después de tantas idas y venidas, ¿cómo es posible que el circo haya sobrevivido habiendo surgido múltiples nuevas vías de entretenimiento?

Porque el circo tiene ese halo mágico que no tiene competencia. Rescata y da voz a ese niño que todos tenemos silenciado debajo de nuestras preocupaciones de adultos.

Realmente, ¿es el mayor espectáculo del mundo como se solía decir o ese discurso ya ha quedado desfasado?

Creo que la expresión se refiere a la magia y a la capacidad que tiene el circo de hacernos soñar. En eso sigue siendo muy grande.

Continúa sirviendo como antídoto contra todo el ruido exterior, desde luego.

Cualquier expresión artística lo es. Pero sí, sin duda el circo logra emocionar a todos por igual.

¿El sentido del humor goza de buena salud en España?

El sentido del humor de una persona es un indicador de su capacidad de encajar los golpes que la vida nos da. Poderse reír de uno mismo nos sana. Pero cada uno sabe dónde está su límite.

Lleva toda una vida haciendo cosas sin parar, sin embargo, tenía miedo de enfrentarse a la dirección de Circlassica . Si mal no recuerdo, rehuyó del asunto durante casi un año y medio.

Circlassica suponía un viaje más allá de lo profesional y necesité tiempo para decidirme. Ahora solo puedo estar agradecido al viaje y a los compañeros de viaje: Manuel, Rafa, María y toda la maravillosa compañía. He recibido más de lo que he podido dar.

Para encontrar nuestro camino quizá sea necesario atravesar nuestros miedos.

Estoy de acuerdo, la vida merece la pena ser vivida con coraje.

¿A soñar se aprende?

No exactamente. Creo que todos tenemos la capacidad de soñar, pero la vida, en ocasiones, nos vuelve más realistas, serios y preocupados. Es entonces cuando algunos tienen más suerte y siguen pudiendo soñar.

Creció rodeado de payasos, acróbatas y trapecistas. Tras casi 40 años sin pisar una carpa, vuelve a sus orígenes. ¿La infancia es uno de esos lugares a los que siempre hay que regresar?

Curiosamente, por culpa de mi padre, viví rodeado de cámaras, luces y decorados de televisión. Mi padre comenzó a hacer televisión en 1949. Él trasladó mucha de la magia del circo a la pequeña pantalla. Y sí, la infancia es una etapa que conviene revisitar de adulto para terminar de colocar. Tanto si se ha tratado de un infancia feliz o no tan feliz. En el primer caso para seguir agradecido a la vida y en el segundo para curar las heridas.

Me imagino que se habrá reunido con su padre a cada paso, en cada esquina.

Mi padre me acompaña cada día en mi corazón y en mi pensamiento. Obviamente, en una carpa de circo todavía más. Le he tenido muy presente en todo el proceso.

El hilo conductor del espectáculo es la historia de amor de un payaso y una bailarina, inspirados en sus bisabuelos, el Gran Pepino y Virginia Foureaux. ¿Qué significa para usted la familia?

No se trata de hacer una defensa a ultranza de la familia o de los orígenes desde un lugar arrogante. Mi acercamiento a la familia y mis antecesores es desde una mirada respetuosa a su talento, agradecida a su mirada abierta ante la vida. Es fruto de la conciencia que hoy, como adulto, tengo de lo difícil que es tejer redes de afecto y respeto.

La suya es una carrera imparable. Ha tocado todos los campos. Da la sensación de que ha vivido más vidas que nadie.

Pues quizás sea solo eso, una sensación, porque, aunque es cierto que soy una persona inquieta, también lo es que mi vida es muy normal y tranquila. Ahora disfruto de una abuelidad maravillosa.

Para hacer todo lo que ha hecho e inmiscuirse en tantos mundos diferentes debe de ser una persona con mucha confianza en sí misma.

En absoluto, soy muy inseguro, pero muy tenaz. El papel en blanco me asusta y me reta a partes iguales. Pero siempre elijo atravesar el miedo porque sé que después llego a un lugar mejor.