El exsacerdote Bernard Preynat, desposeído de su condición de clérigo desde julio pasado, se sienta desde ayer en el banquillo de los acusados del Tribunal de Lyon (este de Francia) en el proceso del caso que sacó a la luz pública la pederastia en la Iglesia francesa y su ocultación orquestada por la jerarquía.

En el banco de los acusadores solo estarán una decena de las víctimas de los tocamientos y violaciones de este sacerdote, sufridos entre 1985 y 1991, los que pudieron escapar a la prescripción de la mayor parte de los casos, un centenar detectados por la investigación y las asociaciones creadas para buscarlos.

Como ya hizo ante los investigadores, Preynat dejó claro desde el primer momento que no tiene previsto negar la acusación: "Reconozco los hechos. En aquel momento no me daba cuenta de su gravedad". Con voz entrecortada, el exsacerdote, que ahora tiene 75 años y afronta una pena que puede llegar hasta los diez años de cárcel y 150.000 euros de multa, aseguró que pudo abusar "de cuatro o cinco niños a la semana", que lo hacía sobre todo los fines de semana y cuando los llevaba de campamento. "No pensaba que estaba cometiendo agresiones sexuales", aseguró el antiguo clérigo.