La mandíbula. Una mandíbula definida, bien marcada y angulosa es signo de virilidad. Porque una mandíbula de poderío indica que la persona va sobrada de testosterona y tiene un buen sistema inmunitario y el punto justo de grasa corporal. La ciencia establece que los andrógenos modelan el cráneo masculino acentuando la protuberancia del hueso frontal sobre los ojos y la nariz, alargando el rostro y dando mayor envergadura a la mandíbula inferior. Un estudio publicado en Psicological Science concluyó que las mujeres se sienten más atraídas hacia los hombres con una mandíbula así. Los Matamoros son lo más en testosterona, virilidad y andrógenos. Pero también tienen una natural querencia por modelar la generosidad de la naturaleza con su toque de gimnasio y mejorar, pulir, redondear los dones de la genética con su poquito de cirugía y sus químicos. Y así, Diego, Dieguito, que ha salido al padre en muchas cosas, en la afición al escándalo y la exclusiva y al plató también, se ha esculpido las facciones. Para poder reírse mejor. A mandíbula batiente. Y cuadrada.

El aeropuerto. Hay pocas cosas tan mal avenidas como una folclórica y un aeropuerto. No casan. Por lo que sea. La folclórica en el aeropuerto se siente insegura, indefensa, acosada. Se protege bajo un gran echarpe y enormes gafas de sol, se aferra a alguna mano protectora y corre para eludir cámaras, micrófonos, demandas de selfies y autógrafos. El aeropuerto no es el hábitat natural de una folclórica. Si la folclórica, además, arrastra el trauma del encierro la cosa empeora. La folclórica se dirige, angustiada y de incógnito, al aeropuerto. Pero en el aeropuerto hay problemas. Un avión que no puede aterrizar, un par de drones descontrolados. A la folclórica las horas de espera en el aeropuerto se le hacen eternas. Hasta que todo se soluciona y la folclórica puede volar a su hogar y la angustia pasa. A la próxima, en AVE. Claro que una estación no es lugar para una folclórica. Por lo que sea. La folclórica se siente...

El vudú. Paz Padilla se fue a África con Jesús Calleja y se trajo una muñeca vudú. Hay quien se compra un elefante de madera con la trompa para arriba y hay quien una pulsera de bolitas de colores. Pero ella se trajo una muñeca vudú. Y empezaron a suceder cosas extrañas. Y sospecharon, en la casa, que allí había algo maligno. Al final Paz, que es muy taxativa, no en balde se ha curtido donde Jorge Javier, cogió la muñeca y la quemó. Se desató una tormenta con su torbellino. Las fuerzas telúricas. Ya se sabe. Dice Paz que de esa le sacó el padre Pío, que lo lleva en el móvil por consejo de Iker. Hay quien lleva apps. Ella a Pío. Como Tamara el Angelus. Por el vudú. Nunca se sabe.

Las velas. Parece que la actriz Gwyneth Paltrow andaba un poco colocada cuando decidió compartir con el mundo su aroma íntimo. Que se había bebido un té de setas. En San Blas no se lleva eso, allí son más de café torrefacto y de guardarse los olores interiores para sí. Por eso las velas de Belén Esteban no huelen a esas cosas. Pero huelen a la casa de Belén. Eso dicen. ¿A qué huele la casa de Belén Esteban? ¿a qué huelen las nubes? Las velas de la ex del de Jesulín de Ubrique „va en serio, se venden hasta en París„ son en plan fino y ecológico. Se dice que el olor lo único que no deja huella en la historia es el reino de los olores. El servicio de salud británico investiga a Gwyneth Paltrow por sus recomendaciones de salud, tan poco de fiar como las de Mariló Montero, en sus buenos tiempos. Y sin embargo, el olor es, por encima de todo, la esencia.

El saludo. Pensarán que es cosa de postureo, retos virales, de príncipes de Bel Air, cantantes de rap, deportistas de elite o millenials. Algo muy del estilo del´´último ganador del programa Supervivientes, Omar Montes, y otros iluminati y así. Pero no, qué va. Es cosa de Gloria Ca y, lo que es mejor, papá Ortega. Gloria Camila y su padre, el extorero José Ortega Cano, se saludan así, con su choca y su chás y su coreografía elaborada. ¿Como dos chavalines? No. Como dos personas adultas bien informadas, sanas, saludables y responsables. En puridad, los saludos con los puños cerrados (conocidos como fist bumps) lo son por salubridad. Chocar los nudillos es más higiénico que estrechar la mano entera porque la superficie para transmitir gérmenes es mucho menor. Cuestión de probabilidades. Y capricho de gérmenes. Pasa como con el famoso beso esquimal de las narices. De las narices aquí es totalmente literal. Por todo esto Gloria Camila no quiso en su momento que Sofía Suescun le devolviera su pijama de raso reusado. Demasiada literalidad. Y demasiada superficie. De contacto.