Los cigarrillos matan cada año a unas 60.000 personas en España y, de ellas, entre 1.500 y 3.000 son fumadores pasivos. El tabaco es, alertan los especialistas, "la principal causa de muerte evitable en el mundo", al estar detrás de "más de una decena de tipos de cáncer", y de múltiples patologías cardiovasculares y respiratorias, como la EPOC. La presión social y dos leyes antitabaco han contribuido a reducir su consumo, pero los años tragando humo pasan factura. Aunque todo el mundo abandonara hoy la adicción, seguiría muriendo gente por sus efectos. Aún así, una retirada a tiempo es siempre la mejor alternativa.

Los fumadores españoles tienen un nuevo revulsivo para tratar de desengancharse de los cigarrillos ya que, desde el inicio de este año, dos de los tratamientos farmacológicos antitabáquicos más eficaces, la Vareniclina „comercializada como Champix„ y el Bupropión, están financiados por el Sistema Nacional de Salud (SNS). La venta de ambos fármacos se ha disparado casi un 300%, según el Grupo Cofares, cooperativa líder en el mercado de la distribución farmacéutica en España. Solo en el mes de enero, se vendieron un total de 18.700 unidades, en comparación a las 4.700 del mismo periodo de 2019.

"De los tres tratamientos que hay para dejar de fumar, Vareniclina, Bupropión y la terapia sustitutiva de nicotina, los dos primeros se empezaron a financiar el pasado 1 de enero. El tercero no, pese a que también funciona muy bien, porque no se considera un fármaco", explica la responsable de la Unidad de Tabaquismo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Julia Tábara. "Nosotros a nuestros pacientes les estamos recetando Vareniclina, porque es el más eficaz", añade la doctora Tábara, quien reconoce que el anuncio de que esos medicamentos iban a entrar en la cartera del SNS incrementó la demanda de pacientes interesados intentar dejar el tabaco. "Cuando comienza el año siempre notamos un repunte, y en esta ocasión un poco más, pues son tratamientos muy caros. El precio ronda los 120 euros, y ahora „dependiendo de si el paciente es pensionista o no„, estimo que oscila entre 30 y 40 euros. Es un ahorro considerable, y eso se nota", destaca.

La responsable de la Unidad de Tabaquismo del Chuac insiste en que los fármacos que financia el SNS "triplican las posibilidades de conseguir dejar de fumar", siempre y cuando uno "se lo proponga en serio" y, a este respecto, recuerda que el SNS "solo financia un intento cada año". "Si se toma el fármaco para ver si suena la flauta, la flauta no suena. Pero si uno tiene claro que quiere hacer un intento serio de dejar de fumar, estos tratamientos, y en concreto la Vareniclina, controlan muy bien el síndrome de abstinencia físico, con los cual al paciente solo le quedaría enfrentarse al factor psicológico, que es más que suficiente", apunta la doctora Tábara, quien insiste en que no hay problema en que este fármaco se les recete, incluso, a enfermos con problemas de salud mental. "En gente muy sensible puede afectar un poco a la capacidad de conducción, pero algo es excepcional. Nosotros normalmente avisamos a los pacientes, y en la primera semana de tratamiento ya ve si les afecta o no. A lo largo de todos estos años, solo he retirado dos veces el fármaco por este motivo", indica la especialista. "Además, en 2016 se publicó un estudio, el Eagles, en el que se incluyó a una gran población de pacientes con patologías neuropsiquiátricas, y ahí se demostró claramente que no había peligro, que no sufrían más efectos secundarios que el resto de la población y que tampoco había más riesgo de aumento de brotes de sus dolencias", remarca.

Vareniclina es también el fármaco que más recomiendan en las farmacias coruñesas para intentar dejar de fumar. "Los pacientes empezarían con una dosis de 0,5 miligramos que, en principio, tomarían por la mañana. Les recomendamos que lo hagan unos 15 minutos antes del desayuno, porque hay mucha gente que se levanta y lo primero que hace es encender un cigarrillo. Durante la primera semana, se les permite fumar algún pitillo si ven que no son capaces de aguantar. A partir de la segunda semana, se sube la dosis a 0,5 miligramos por la mañana y 0,5 por la tarde. La de la tarde se suele tomar con la cena, pero es probable que, a algunas personas, les trastoque un poco el sueño. Así que, si duerme peor, se recomienda adelantar la dosis a media tarde. Si completan el tratamiento, que son 12 semanas, la efectividad es altísima", apunta la farmacéutica Mar Represas, que trabaja con pacientes en deshabituación tabáquica. "De los 20 pacientes que hemos tenido nosotros con Vareniclina, solo hubo una recaída. Además, no hubo que suspender ningún tratamiento por efectos secundarios", recalca.

"Lo que hace la Vareniclina, en concreto, es bloquear los receptores de nicotina y estimularlos un poco „en torno a un 33%„, con lo cual los pacientes no van a tener tanto síndrome de abstinencia, ni tanta ansiedad. Y al bloquear los receptores de nicotina, si los primeros días cometen el error de fumarse un pitillo, no hay riesgo porque los receptores no puede interactuar, con lo cual es muy fácil el que lo puedan conseguir a la siguiente semana", explica la doctora Tábara. El mecanismo del Bupropión es "un poco distinto". "Inhibe la recaptación de un neurotransmisor, es decir, bloquea el mecanismo por el que la gente necesita seguir consumiendo cigarrillos", indica.

Sobre este último fármaco, Mar Represas puntualiza que "tiene más efectos secundarios" que la Vareniclina. "El Bupropión nació como un antidepresivo, de hecho, hay una presentación en el mercado que se usa con esa finalidad y que no se puede utilizar para terapia de cesación tabáquica. Además, tiene una contraindicación especial, que es el consumo de alcohol", subraya.

El tiempo medio para desengancharse de los cigarrillos varía en función de cada caso, aunque "la media mantiene el tratamiento durante unos tres meses". "Si es un paciente que ha recaído previamente, vive en un ambiente conflictivo o ha fumado algún cigarrillo de manera intermitente, a veces lo prolongamos un poco más, pero no es lo habitual", señala Julia Tábara, quien asegura que también hay quienes consiguen desengancharse en un mes. "Es muy importante cambiar el chip. No basta con dejar de fumar, hay que tratar de llevar una vida más sana, hacer deporte suele ayudar mucho en este proceso", indica esta doctora, quien insiste en que después de apagar el último pitillo, "todo son ventajas". "Los beneficios se notan de manera casi inmediata. En apenas 48 horas desaparecerá el llamado síndrome de abstinencia. A esto hay que sumar que se recuperarán el olfato y el gusto, disminuirán la tos y la fatiga, y la respiración mejorará. La calidad de vida mejorará considerablemente", subraya.

En la misma línea se manifiesta Mar Represas. "A la semana de dejar de fumar, ya has mejorado. Tu piel está mejor, tu capacidad pulmonar está mejor, empiezas a recuperar el gusto... A la gente que lleva años fumando, le sabe todo igual. Para que nos hagamos una idea. Si los que no somos fumadores nos fumásemos un cigarrillo, la sensación que tendríamos sería la de acabar de chupar un cenicero", destaca.

La responsable de la Unidad de Tabaquismo del Chuac aplaude que los tratamientos farmacológicos antitabáquicos se hayan incluido en la cartera de servicios del SNS. "Cuando un fumador deja esa adicción, está ganando una media de 15 años de vida, en función de su edad. Hay un porcentaje muy elevado de la población enganchada, y ayudarles a que consigan dejarlo es importantísimo", reitera la doctora Tábara, y llama la atención sobre la necesidad de "insistir especialmente en los jóvenes" porque, asegura, "no paran de caer, pese a la información que de la que disponen hoy en día". Aboga, además, por vigilar el cumplimiento de la normativa antitabaco. "La ley no se cumple porque nadie controla que se cumpla. Ha bajado tanto la vigilancia, que tengo pacientes que me dicen que compran en kioscos los cigarrillos sueltos. También se está fumando en los centros de trabajo. Va uno a las escaleras de incendio y hay gente fumando. Y lo mismo ocurre en la puerta de los hospitales", advierte, e incide en la necesidad de proteger a los niños. "Los hijos de los fumadores tienen muchos problemas respiratorios", resalta.