Cada año se diagnostican en España más de un millar de nuevos casos de cáncer en niños y adolescentes. Alrededor de medio centenar, en Galicia, y en torno a una quincena, en el Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, que atiende a pacientes del área sanitaria coruñesa, pero también de Ferrol y de parte de la provincia de Lugo. La mayoría, que no todos „la tasa de supervivencia, a los cinco años, ronda el 80%, dependiendo del tipo de tumor„ logra sobreponerse y empezar una nueva vida. Pero el camino no es fácil. "Que a tu hijo le diagnostiquen cáncer es una de las mayores bofetadas que te puede dar la vida", subraya el presidente de la Asociación de Ayuda a Niños Oncológicos de Galicia (Asanog), Gonzalo Autrán. Esta entidad trabaja desde 2012 para servir de punto de encuentro entre las familias gallegas afectadas y garantizar que los niños, pese a la enfermedad, no dejen de sentirse como tales en ningún momento.

Una máxima que guía también el trabajo de los profesionales del área de Oncopediatría del Materno. Desde hace más de un lustro, el centro hospitalario coruñés desarrolla una estrategia para dulcificar, en la medida de lo posible, el duro paso de los niños por el hospital, máxime cuando la enfermedad es un cáncer y exige no solo más ingresos, sino también estancias más prolongadas y, a menudo, en condiciones de aislamiento. "Cuando un niño enferma, toda la familia enferma. De ahí la importancia de contar con un espacio amable, con una decoración adecuada, luminoso y que además está dotado con una zona de juegos y con cuartos individuales en los que pueden estar acompañados las 24 horas. Pero también con voluntarios que les acompañen y les ayuden a paliar el impacto emocional del ingreso", indica Ana Alas, pediatra de ese área.

Sentirse acompañados, durante todo el proceso, es fundamental para estos pequeños y sus familias. También tras el alta hospitalaria, ya que recuperar la rutina, al volver a casa, no es fácil. El cáncer "lo cambia todo". "Cuando estás con las operaciones y los tratamientos solo piensas en salir adelante; el bajón llega, muchas veces después. Por eso nos parece tan importante coger el toro por los cuernos desde el minuto uno, y que tanto los niños, como sus familias, puedan recibir asistencia psicológica desde el inicio del proceso, si es que así lo demandan", remarca el presidente de Asanog.

"Es importante curar, y curar bien, de manera que los pacientes lleguen a la edad adulta con las menores secuelas posibles", apunta, en este sentido, la doctora Alas. Y es que hasta siete de cada diez pacientes con cáncer en la etapa infantil desarrollan secuelas como consecuencia del tratamiento recibido, informó ayer la Sociedad Española de Oncología Pediátricas, con motivo de la conmemoración, hoy, del Día Mundial del Niño con Cáncer. "Para intentar mejorar la vida y la recuperación de los pacientes tenemos que trabajar en la prevención, el diagnóstico y el seguimiento de los efectos secundarios a largo plazo, ya que las secuelas se producen tanto a nivel orgánico como funcional, estético y neurocognitivo", subrayó la presidenta de esa sociedad médica, Ana Fernández-Teijeiro.