Un 48,1% de los niños que viven en España en hogares donde solo trabaja uno de los progenitores está en riesgo de pobreza, lo que significa un aumento del 35,49% respecto a hace diez años, según un informe hecho público ayer por el Observatorio Social de La Caixa. El estudio, titulado Objetivo: paliar la pobreza infantil, analiza la estrecha relación entre la pobreza infantil, el mercado de trabajo y las ayudas monetarias públicas y concluye que el empleo es determinante en la pobreza infantil, incluso en épocas de bonanza económica.

El estudio constata que en 2008 el riesgo de pobreza anclada entre los niños que vivían en hogares donde solo uno de los padres tenía empleo era del 35,5%, mientras que en 2018 fue del 48,1%, lo que representa un aumento del 35,49 %.

El informe, dirigido por Sara Ayllón, investigadora del Departamento de Economía de la Universidad de Girona, denuncia que España tiene una de las tasas de pobreza infantil más altas de Europa y al mismo tiempo es uno de los cinco países europeos que menos ayudas destinan a la infancia. El trabajo también destaca que en 2018, el 29,9% de los niños españoles vivían por debajo del umbral de la pobreza, una cifra superior a la de antes de la crisis, lo que significa que la recuperación económica no ha alcanzado a las capas más débiles de la sociedad. Según la autora del estudio, en España, cuando solo uno de los dos progenitores está empleado, "vivir con ambos no garantiza una vida digna". "Al inicio del período estudiado, en 2008, más de tres de cada diez niños en esta situación vivían bajo el umbral de pobreza anclada (35,5 %), pero el panorama para este grupo no ha mejorado: en 2018, el 48,1 % de los niños en este tipo de hogares vivían en la pobreza", según Ayllón.

El estudio subraya que los más vulnerables son aquellos niños en familias en las que ninguno de los dos progenitores trabaja, lo que hace que en 2018 fueran pobres ocho de cada diez menores en esta situación, frente a los siete de cada diez de 2008. A estos les siguen los niños que crecen en familias monoparentales en las que el padre o la madre no trabaja (siete de cada diez son pobres).

Según Ayllón, la recesión económica tuvo importantes consecuencias en los niños, "agravando una situación ya preocupante antes de la crisis" y ha dejado que España tenga actualmente una de las tasas de pobreza infantil más elevadas de Europa. Tomando como referencia la pobreza relativa, la tasa era alta ya en 2008 (26,9%), alcanzó su máximo en 2014 (30,2 %) y bajó ligeramente con la recuperación económica hasta llegar en 2018 al 26,6%.