Te has planteado cómo debes colocar las cosas en tu nevera? Parece sencillo pero no lo es. Normalmente no nos ocupamos de hacerlo bien y esta actitud puede tener consecuencias negativas como que se estropeen los alimentos y que sufran una pérdida importante de su contenido nutricional. Es fácil acertar si te fijas en las etiquetas y sigues las indicaciones o aprendes unos trucos básicos y sencillos que te pueden ayudar a colocar cada cosa en su lugar.

Elegir la nevera que más te conviene es un primer paso importante para mejorar su uso posterior y maximizar las ventajas que cada modelo oferta. Aunque todas son objetivamente buenas, no te vale una cualquiera. Plantéate lo que de verdad necesitas en cuanto a las especificaciones técnicas y el tamaño que te interesa y mejor se adapte a tus circunstancias. No puedes comprar una nevera muy pequeña si necesitas refrigerar una gran cantidad de alimentos; puede ser imprescindible que tenga congelador, necesitas que el consumo energético sea bajo, etc. Consulta a los especialistas para acertar en tu elección.

Ya en casa, colócala en la zona adecuada, donde te resulte cómoda y accesible. Ahora empieza a llenarla y piensa que, aunque en la nevera metemos de todo, no debemos actuar así porque no es simplemente una despensa fría. Debemos evitar considerarla un receptáculo general abierto a todo lo que queramos meter dentro sin orden ni concierto. Esta negligente actitud genera problemas como: la contaminación por patógenos que pasan de unos alimentos a otros por estar mal protegidos, la falta o el exceso de frío en los alimentos que se ven afectados por ello y se estropean, etc.

Resulta fundamental colocar cada alimento en su sitio y considerar que no debe estar totalmente llena porque es necesario que el aire circule libremente en su interior. También es importante evitar colocar la leche en la puerta porque, cada vez que la abrimos, la temperatura a la que se somete el alimento varía (aumenta hasta los 9 grados cuando la ideal de conservación no debe superar los 4 grados). Lo mismo sucede con los huevos, que no deben colocarse en esos recipientes que muchas neveras traen de serie insertados en la puerta.

Se recomienda colocar:

-En la zona superior, los envases abiertos, los huevos y los lácteos (quesos, yogures, mantequillas, etc.) donde se alcanzan las temperaturas adecuadas para mantenerse en buen estado.

-En la zona central, los embutidos, alimentos precocinados (en cuya etiqueta se indica: "una vez abiertos conservar en frío"), pasteles, comida elaborada por nosotros mismos (lo que normalmente llamamos sobras perfectamente cerradas y enfriadas antes de introducirlas en la nevera), etc., colocando delante y lo más accesible que sea posible los artículos que caduquen antes.

-En la inferior, carnes, pescados, etc. que necesitan temperaturas más bajas y pueden gotear, por lo que estropearían los alimentos que estuviesen debajo. No es recomendable que permanezcan sin elaborar más de 48 horas y deben estar cerrados hasta el momento de ser utilizados.

-En los cajones inferiores, las frutas y verduras que precisen bajas temperaturas para conservarse. Manzanas, peras, naranjas, acelgas, espinacas, etc. deberían ocupar esta zona y sin bolsas que provoquen su deterioro con mayor rapidez.

-En las puertas laterales lo más adecuado es colocar las bebidas que deseamos enfriar. También pueden colocarse salsas, mermeladas, etc. antes de ser abiertas y que no precisen un control exhaustivo de la temperatura.

También es importante saber que hay algunos alimentos que no deben meterse en el frigorífico porque el frío perjudica su conservación y no les va bien. Es mejor que los ubiques en otro lugar para evitar que se estropeen. Podemos destacar:

-Pan y bollería, porque envejecen rápidamente y se ponen duros.

-Café y chocolate, en los que se forma una capa blanquecina que resulta visualmente desagradable y modifica su sabor original.

-Cebolla y ajo, se endurecen y pierden sus propiedades nutricionales.

-Plátanos, piña y melocotón, porque se mantienen tal como los metimos y no maduran, pierden sus propiedades nutritivas y se ponen negros (especialmente el plátano).

-Tomates, aguacates, berenjenas y pimientos, porque pierden su sabor característico y se endurecen.

No podemos olvidar la importancia de la limpieza de la nevera. Debe realizarse de manera habitual con agua y jabón y secarlo con un paño limpio para evitar el crecimiento de bacterias potentes que sobreviven a bajas temperaturas.