La decisión de Marc Chagall de dedicarse a la pintura huele a pan. En Mi vida, la autobiografía que publicó en los años 30, el artista recuerda aquel momento en el que supo que se volcaría en el lienzo, siendo aún un niño que observaba cocinar a su madre. En el pequeño pueblo ruso en el que su imaginario ya se abría camino, Vítebsk, el que sería uno de los creadores más prolíficos del siglo XX tomó el codo manchado de harina de su progenitora, que se afanaba con la pala en el horno. "Me acerqué a ella y le dije: 'Mamá, yo quiero ser pintor", cuenta en su escrito sobre ese "hermoso día" „aunque "todos los días", dice, "son hermosos"„.

Fue precisamente su madre la que más le apoyó en su carrera artística. Desde aquellos inicios en los que bebía con ojos hambrientos de la tradición rusa hasta su marcha a los 23 años a París, donde abrió un capítulo que le convertiría en una suerte de judío errante. Berlín, Estados Unidos y su tierra natal como eterno puerto de retorno fueron paradas de las que extrajo los símbolos que plasmó en sus obras. Más de un centenar de ellas se recogen desde ayer en la Fundación Barrié, entre aguafuertes y litografías, que la entidad inauguró en colaboración con la colección The Art Company de Italia.

Chagall. Fábulas y sueños reúne "una historia de la vida" del artista, que comprende su trabajo desde 1927 a 1968. La muestra se adentra en "una faceta desconocida por el gran público" pero que "permite conocer su legado", según indicó la pasada mañana en la presentación la directora de la institución, Carmen Arias. La responsable reveló que el grueso de las piezas „un total de 100 de las 150 expuestas„son ilustraciones realizadas para Las Fábulas de la Fontaine. Los dibujos, un manto de blanco y negro que despunta entre los habituales colores primarios del ruso, fueron un encargo del marchante de arte Ambroise Vollard, que sembró la polémica con su elección del pintor para el texto.

"Algunos puristas se oponían a que un judío las pintase. Creían que no podría comprender el espíritu de las fábulas", indica la representante de The Art Company Dolores Durán. La responsable ha sido la encargada de coordinar la exhibición, que rinde además homenaje a los 400 años del nacimiento del galerista francés. Se trata de la mayor exposición de obra gráfica de Chagall que se haya realizado, y que deja patente el "universo mágico" y onírico en el que se movía el artista.

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Inauguración de una muestra de Chagall en la Fundación Barrié

En sus estampas, y a veces con trazos aniñados, viven aún "los temas que le preocupaban". El pintor regresa de forma recurrente a la tradición rusa y el sentido de lo sagrado, pero también a la naturaleza, la literatura y el romance. Chagall solía decir que "lo que da sentido al arte y a la vida es el amor", y replicaba la frase en sus cuadros, en los que dibujaba amantes entre exuberantes jardines "como símbolo del paraíso". El circo, "una metáfora de la parte trágica y divertida de la existencia", era otro de sus fetiches, procedente „como casi todo lo que retrataba„, de su más tierna infancia.

"En un pueblo como Vítebsk, en el que nunca sucedía nada, el circo era el acontecimiento anual. Para él era su ventana al mundo, y mantuvo la afición en París, donde se sentaba entre el público para tomar apuntes", relató Durán en el acto. La capital también quedó plasmada en su obra en coloridas Torres Eiffel, azuladas catedrales de Notre Dame o el río Sena. Jacques Lassaigne, el popular crítico parisino, aseguró de él que "no buscaba armonías". "Al contrario, esos elementos deben vibrar, hablar, vivir", dijo.

Chagall ilustró un libro que el ensayista escribió sobre su trayectoria, cuyas litografías en color están presentes en la muestra. También es protagonista la técnica en otra de las series, Chagall Litographe, que completan los Poèmes, quizá su obra más completa. El ramal de la exposición „abierta hasta el 28 de junio„ incluye 24 grabados creados para acompañar versos del propio artista, que escribió entre 1930 y 1964. De la niñez le viene también ese amor por la literatura, encendido por las historias que su madre le narraba, en aquellas noches que, cuenta en su biografía, "siempre acababan en llanto".

Chagall procedía de una familia humilde, con nueve las bocas a alimentar. No era raro que el pintor y sus hermanos se quedaran en vela aguardando a su padre, cuya vuelta del trabajo esperaban con la ilusión de que trajera consigo una pieza de fruta. Para alimentar el alma, el ruso acudía a la sinagoga, en la que escuchaba música. Los sueños, probablemente, fueran otras de sus luces en aquellos años, que convirtió en el lienzo en su máximo motor.

Medidas por el coronavirus

La Fundación Barrié complementará la muestra con una serie de talleres didácticos para centros de enseñanza, familias y colectivos de diversidad funcional. Su directora, Carmen Arias, anunció sin embargo que la entidad tomará medidas preventivas ante la propagación del coronavirus, entre las que están "limitar el número de participantes a un máximo de 25", de un aforo de 200 personas. Ayer, la institución ya canceló la inauguración pública de las obras, que redujo a visitas reducidas con invitación. Además, el recinto ha extremado las medidas de higiene en espacios como salas y ascensores, y supedita "al desarrollo de los acontecimientos y a las recomendaciones sanitarias" la posibilidad de "cerrar la exposición".