Se avecinan largas jornadas de confinamiento doméstico. Con toda seguridad, el consumo de televisión se va a disparar en los próximos días, tanto en abierto como a través de las plataformas online, pero más allá de las pantallas existe un insondable menú de opciones para pasar el tiempo sin pensar en la amenaza del dichoso coronavirus. Quedan por delante muchas horas que matar, pero poco espacio donde poder hacerlo. En la mayoría de los casos, habrá que pasar este tiempo de incertidumbre entre los metros cuadrados de cada casa.

En estas circunstancias tan particulares, una actividad tan sencilla, asequible y económica como la papiroflexia se revela como un arma infalible para mantener las manos ocupadas mientras evitamos que la mente permanezca preocupada. Lo sabe bien el arquitecto madrileño Manuel Carrasco, que lleva once años viviendo del arte de plegar papeles y hoy tiene a gala ser uno de los mayores expertos en origami de España.

Pasión por el origami

En 2011, cuando la crisis tiró por tierra las expectativas de futuro de su profesión, decidió abrir en Madrid un local dedicado a la papiroflexia japonesa, técnica que descubrió visitando el pabellón nipón de la Expo de Sevilla de 1992, y de la que anda desde entonces enamorado.

En la última década, por Mínimum Origami, su pequeña tienda-taller del barrio de Chamberí, han pasado muchos clientes interesados en comprar los materiales, las figuras de papel y los manuales que vende. Pero, sobre todo, han desfilado decenas de alumnos de todas las edades a los que ha transmitido su pasión por el origami en las clases que imparte a diario. "Y hay una norma que nunca falla: en cuanto se hacen con el manejo de plegar papeles, a todos se les va el tiempo sin darse cuenta. Es habitual que se haga la hora de acabar la clase y pregunten sorprendidos: ¿ya hemos terminado?", explica.

En opinión de Carrasco, la papiroflexia tiene efectos balsámicos para la mente y gimnásticos para las manos. "Esos minutos y horas que pasas pendiente de plegar la pieza de papel para crear la figura que buscas, estás tan concentrado en esa tarea que no piensas en nada más. Te olvidas de las preocupaciones y se te va de la cabeza hasta la noción del tiempo", reconoce.

Arte barato

En el caso de los menores, que estos días andan por casa aburridos mano sobre mano o pendientes de las tabletas y la tele, el beneficio se multiplica. "Están en edad de desarrollo mental y el origami les ayuda a entrenar la psicomotricidad fina y el sentido espacial. También les obliga a permanecer concentrados en una tarea fija, algo fundamental en esa fase de sus vidas", destaca este experto.

Y encima, es un arte barato. "Con unos cuantos papeles cuadrados y los tutoriales que hay en internet, las horas de confinamiento doméstico se pasan volando sin necesidad de hacer grandes desembolsos", asegura Carrasco, creador de figuras de papel que han sido utilizadas en campañas publicitarias de marcas como Coca-Cola o Loewe.

En la cuarentena del coronavirus, la papiroflexia se presenta como una ventana a la evasión sin necesidad de salir del salón de casa. A través de estos vídeos de Youtube se puede aprender a hacer fácilmente figuras como la grulla, el zorro, el pez y el conejo. Cuando acabe el confinamiento, se puede tener un auténtico zoológico de papel en casa.

Guía básica para actuar ante el coronavirus