Miguel Ángel Vázquez Vázquez, presidente de la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX), reclama la máxima agilidad en el diagnóstico del coronavirus en el caso de las residencias y es partidario de que no solo se deriven a los servicios sanitarios los casos positivos, sino también los sospechosos para velar por la salud de todos los residentes.

¿Cómo puede afectar emocionalmente la cuarentena a las personas que viven en residencias y que no pueden recibir visitas del exterior?

No demasiado. Hay dos perfiles de personas que viven en residencias. No cabe duda de que muchas de las que están en residencias grandes tienen deterioro cognitivo, por lo tanto, su conexión con el entorno y con la realidad está desvinculado del espacio y del tiempo. En este tipo de supuestos quizá es peor el impacto para el familiar, que no puede visitarlo. En el caso de los que tienen capacidad cognitiva normal, tienen una gran capacidad de adaptación y lo están llevando bien. Asumen que la situación es grave y que, por tanto, lo que está en peligro es su propia vida e incluso la de su familia. Por otra parte, lo que sí parece razonable es que las residencias habiliten espacios de comunicación virtual de modo que las familias puedan disponer de un teléfono, de un localizador de Skype o de una conexión de WhatsApp para poder hablar con sus familiares. Este no es un problema serio.

¿Cuál es?

El de las personas que están solas y que no tienen a nadie que se preocupe por ellas. Hay que invocar a la buena vecindad, aunque estos días se está viendo cómo comunidades de vecinos están apoyando a estas personas. Me preocupa también lo que pueda ocurrir en las residencias pequeñas y medianas, que no tienen servicios sanitarios y donde el médico y la enfermera van unas horas, en el mejor de los casos, ni espacios de aislamiento. Las grandes (las de más de 150-200, que son pocas) normalmente sí tienen condiciones que permiten un aislamiento, evidentemente moderado.

¿Qué le preocupa?

Que existan casos que no se deriven a espacios sanitarios de mayor control. Algunas residencias se están quedando sin guantes, la mayoría no tienen mascarillas y, por supuesto, no tienen equipos de protección individual (EPI). En estas condiciones, pedirles que mantengan aislada a una persona en caso de sospecha no tiene mucho sentido. Sería preferible que las administraciones sanitarias habilitasen espacios residenciales mucho más controlados con personal sanitario y EPI. No disponemos de datos exactos, pero sabemos que en alguna ha habido casos positivos y en algunas la Administración ya está sacando los casos de riesgo y, por supuesto, los positivos. Hay que sacar a las personas que están en situación de sospecha de los centros en los que viven personas vulnerables.

¿Qué medidas propone?

Las actuaciones de protección de la salud de las personas que viven en residencias tienen que ser mucho más inmediatas, más ágiles, y las respuestas diagnósticas también. Hay que tomar medidas de aislamiento fuera de las residencias, para proteger la salud de esas personas y, sobre todo, en las residencias pequeñas y medianas, donde no hay médico las 24 horas del día.

El coronavirus está poniendo en jaque a comunidades envejecidas como Galicia.

Sin duda. Nosotros tenemos un 25,8% de personas con más de 65 años, por lo tanto, en ese tipo de poblaciones, el impacto que tienen las enfermedades transmisibles de este tipo es mucho mayor. Contamos con la bondad, entre comillas, de la dispersión geográfica, y el autoconsumo. En el rural, muchas personas solo salen lo necesario a comprar y las poblaciones son mucho más endogámicas, es decir, hay menos conexión con el entorno.

¿Este confinamiento puede aumentar la sensación de soledad?

Sí porque si estás confinado en tu casa y tus posibilidades de movilidad y de conexión con otras personas son menores, el sentimiento de soledad es más evidente, pero incluso para la gente que no es mayor pero vive sola y que esté en una condición de soledad. Si todos entendemos el proceso lo llevaremos mejor. Si pensamos que estamos metidos en una cárcel, evidentemente se nos va a hacer más duro.