La saturación de las consultas a los abogados laboralistas anticipó la avalancha de los Expedientes de Regulación de Empleo Temporales (ERTE), una vez aprobados los cambios en la tramitación y las condiciones por parte del Gobierno, con siete días de máximo para la resolución, prestaciones para aquellos que no hayan cotizado lo suficiente y la supresión de las cuotas a la Seguridad Social en las empresas —del 75% en las de más de 49 trabajadores— que eviten un ERE extintivo.Y sí, las peticiones se disparan. El pasado martes en Galicia iban 386. El número aumentó ayer a 630, un 63% más, con 5.187 afectados, según la Consellería de Economía. Trabajo acumula entre 400 y 500 de empresas que operan en todo el país. "Cifras abrumadoras", como reconoce la ministra Yolanda Díaz.

La Organización Mundial del Trabajo (OIT) urge a los países a dar "una respuesta política coordinada" como ocurrió en 2008. "El impacto en el desempleo global sería significativamente menor", avisa, con una dramática previsión: en el mejor de los escenarios, los parados alcanzarían los 5,3 millones y en el peor los 24,7 millones.

Carolina Lodeiro tiene 31 años y era eventual en Lefties, de la cadena Inditex. El tsunami económico del Covid-19 se lleva por delante también a miles de temporales. "Ahora no sé ni cómo voy a pagar el alquiler . Vivo al día. Y hay mucha gente en mi situación", cuenta, mientras prepara currículums para supermercados y ayuda con la compra a una de sus vecinas mayores del edificio.

A Cristina, de 41 años, todo esto le pilló recién incorporada como empleada de refuerzo en un banco. Venía encadenando contratos así desde el pasado año. Vivió las primeras medidas de seguridad hasta que todo cambió. "Decidieron centralizar la actividad en solo dos oficinas en la ciudad y a principios de esta semana nos mandaron a casa", explica. Tenía contrato hasta, al menos, el 31 de marzo. En la empresa de ventas para la construcción donde trabaja su marido se habla de un ERTE "para intentar que todos conserven el trabajo".

Uno de los casos que se anunciaron recientemente fue el de los call centers de Bosch, en los que el ERTE afecta a un total de 186 personas contratadas a través de ETT. Uno de ellos es Antonio Gardón, de 32 años. "Fue un poco surrealista, porque el lunes no habían comunicado nada y a las 14.00 tenía que trabajar. Decidí ir caminando porque salí con tiempo y me llegó un whatsapp de la ETT de que justo les habían informado del ERTE", relata.

Gardón, que nunca se vio en una situación similar (lleva tres años y medio en la empresa), asegura que su "mayor miedo" es que la situación derive en una extinción del contrato. "Es mi primera vez en un ERTE y necesito saber los pasos a seguir y ver las medidas a tomar cuando todo se normalice. Yo estoy contento trabajando allí", comenta.

Un caso diferente es el de Óscar Montero. El jueves de la semana pasada fue a recoger el uniforme que se enfundaría en su primer día de trabajo en un astillero de Marín. "Llevaba cinco meses en el paro y con el virus este ya nada", lamenta. Con 27 años, su intención era la de retomar la vida laboral en un nuevo sector para él. Ahora, teme que las repercusiones económicas de esta crisis sanitaria lleven al traste su contratación. "Espero que me llamen, pero nunca se sabe", indica.