Nunca imaginaron que un viaje de placer podía terminar como una auténtica pesadilla. El estallido de la crisis del coronavirus sorprendió a 65.000 españoles haciendo turismo en el extranjero, muchos gallegos que ahora quieren volver a casa lo antes posible. La repatriación se ha vuelto una misión casi imposible al precipitarse por todo el mundo órdenes de cierre de fronteras, cuarentenas y cancelaciones de vuelos. En países como Perú o Filipinas, los viajeros han comenzado a organizarse para denunciar su situación. Hasta ayer, la única respuesta que recibían en las representaciones consulares de España era que salieran "cuanto antes y por sus propios medios". Ya por la tarde, el anuncio del Ministerio de Exteriores de que facilitará su regreso, les abrió una vía de esperanza.

En Australia se encuentra todavía Óscar Vilar, concejal de Obras de Sanxenxo que tenía previsto volver el pasado fin de semana. "Nos cancelaron el vuelo ya que Ethiad Airways dejó de volar a Madrid y Barcelona desde Abu Dhabi. Pudimos comprar otro a un precio razonable con cambio de escalas para este viernes", escribe por WhatsApp mientras viaja por carretera a Melbourne. Su tranquilidad es relativa, a expensas de "las posibles cancelaciones o decisiones de diferentes gobiernos, que fueron cambiando continuamente estos días". Su prioridad "absoluta" es regresar a Galicia junto a los amigos que le acompañan. Pero admite que "está difícil" conseguir un vuelo que no se cancele. "Estamos esperando respuesta de las aerolíneas".

El mismo problema tienen en Filipinas cuatro gallegos, los hermanos Ricardo y Guillermo Dopazo y sus compañeras Mónica Loureiro y Maite Méndez. El gobierno filipino no solo canceló vuelos a España sino que ha promulgado el toque de queda. Se encuentran alojados en un hotel pero pasan buena parte del día en el aeropuerto, "tirados" según dice el hijo del primero, Ethan, en Sanxenxo.

Un grupo de españoles atrapados como ellos en el aeropuerto filipino de Cebú advirtieron, en un vídeo difundido por Internet, de que el gobierno de ese país "va a cancelar en 48 horas los vuelos internacionales". En Lima, otro grupo de afectados españoles (unos 180) publicó un manifiesto en Facebook en el que expresan que "cuando viajamos aquí la situación era normal, no había ningún tipo de restricción ni en España ni en Perú". Sin embargo al detectarse allí los primeros casos del virus "en menos de 48 horas se nos instó a abandonar el país". Los precios de los billetes de vuelo se dispararon hasta los 4.000 euros.

La gallega Raquel Marín es una de las afectadas. Lleva cuatro meses de viaje por Latinoamérica. Cuenta que cuando Perú instó a los extranjeros a repatriarse, "las webs de vuelos se colapsaron". Compatriotas atrapados en el país andino "lograron salir por México", mientras ella optó por la ruta Lima-Sao Paulo-Lisboa, a la espera de poder completarla. Y es que para más inri, los españoles deben permanecer confinados al proceder de una zona de riesgo. "Algunos no han sido aceptados en los hoteles por su procedencia. Hay quienes se han quedado en la calle", dice Raquel.

El caos y el nerviosismo de los viajeros en los aeropuertos también se palpa en terminales nacionales. En Fuerteventura, el gallego Juan Costas criticó que, junto a tres amigos, "llevamos desde el sábado intentando regresar a Galicia. Nos han cancelado el cuarto vuelo. Esto es una locura". Se queja de que "no nos dan ni una solución" a pesar de que tendría que haber al menos una escala diaria a Madrid. Asegura que se da prioridad a los vuelos hacia Alemania o Reino Unido. "Somos mogollón de peninsulares que estamos tiradísimos. Esto es vergonzoso", clama.