Con la producción habitual, la del día a día, Kiwi Atlántico no daba abasto ante semejante incremento de los pedidos, de entre un 50% y un 60% "cada día", explica Carlos Vila, el director general de esta unión de productores integrada por unos 70 socios. Todos se vieron obligados a asumir una demanda excepcional y, a la vez, reforzar la seguridad "con protocolos que evidentemente hacen el proceso más lento". "Es una situación muy complicada

—remarca—. Al final somos

familias, debemos pensar en ellas también y minimizar los riesgos".

La ralentización obligada para extremar las precauciones entre los productores se compensó con "grandes esfuerzos y más horas de trabajo". "Estábamos operando al 120%", señala Vila. La empresa venía ya apoyándose en una decena de empleados de apoyo a través de una ETT y con ellos se pudo hace un mayor esfuerzo todavía. "Y, aún así, no quedo otro remedio que tirar del stock de producto que tenemos para emergencias", asegura.

La percepción de Carlos Vila es que las cosas "se están normalizando" tras la racionalización horaria en los supermercados.