El género zombi, fórmula de éxito desde que George A. Romero sentó sus bases a finales de los 60, ha sufrido una sobreexplotación reciente a partir de títulos como The Walking Dead, Z Nation o la más reciente Black Summer. El cine tampoco ha sido ajeno a un boom que ha amenazado con convertir la propia temática en un muerto viviente plagado de lugares comunes y personajes calcados. Encontrar una apuesta distinta que pudiese refrescar el género y alejarlo de determinados clichés era un desafío reciente que el director Kim Seong-hun resolvió inspirándose en el cómic The Kingdom of de gods. El resultado es Kingdom, una producción surcoreana que a comienzos del año pasado sorprendió por su cuidada factura y cuya segunda temporada estrenó Netflix hace un par de semanas.

El planteamiento de una Corea feudal asolada por una misteriosa plaga de zombis en medio de una lucha de poder podría parecer arriesgado de antemano, pero funciona de maravilla mediante una perfecta dosis de acción, intriga y una excelente fotografía que hace brillar los impresionantes escenarios naturales en los que se desarrolla la trama.

La serie sigue la historia del príncipe Lee-Chang, de la dinastía Joseon, embarcado en una cruzada personal para acabar con un complot en la corte que pretende arrebatarle el trono al mismo tiempo que lucha por salvar al país de una misteriosa enfermedad. La plaga de zombis funciona como el complemento de las luchas palaciegas sobre las que en realidad gira el argumento de esta elaborada producción sobre la Corea medieval.

Todo está cuidado al detalle gracias a un elevado presupuesto que ha permitido recrear con mimo la época en la que se enmarca la aventura del príncipe y sus aliados frente a un enemigo doble. Por un lado están los zombis y por el otro los responsables de una pandemia que amenaza con consumir el reino.

La historia avanza con ritmo al mismo tiempo que va dibujando a los personajes mediante pequeñas dosis, sin que se vuelvan predecibles en una trama bien gestionada para mantener el misterio.