Congelados y conservas son casi un valor refugio. "Son sencillos de almacenar, y útiles en esta situación por su caducidad". Julio Simarro es director comercial y de marketing de la compañía gallega de elaborados Congalsa. El sector de la alimentación vive estos días una extrema dicotomía: el canal horeca (hostelería y catering) ha desaparecido „como la denominada restauración institucional, de colegios y universidades„ pero el retail (supermercados e híper) está desbocado. "Nosotros hemos experimentado un viraje, teníamos en torno a un 50 ó 60% en retail, pero la otra parte ha muerto". Esta industria trata de adaptarse a marchas forzadas a esta nueva realidad; no de éxtasis de facturación, sino de reformulación plena para satisfacer "un servicio público". "Y totalmente conscientes „apunta otro empresario del sector„ de los terribles momentos por los que está pasando toda la sociedad. Tratamos de cumplir con nuestra parte". Los stocks de seguridad de materia prima han sido fundamentales para garantizar la actividad, máxime teniendo en cuenta que es un segmento económico netamente importador. "Ha habido mucho ruido, con pedidos absolutamente masivos", de ahí que en las empresas confíen en que los acopios de alimentos vayan a menos para que no se produzcan roturas en la cadena de suministro "en algunos productos". Algunas fábricas están trabajando "al 200%".

La actividad es intensa en la gallega Grupo Profand, también en la planta de Caladero en Zaragoza, "para que Mercadona „de la que es interproveedora„ pueda seguir ofreciendo todos los productos a sus clientes". Al igual que Congalsa, Pescapuerta llama la atención de la paralización en seco del canal horeca, del consumo fuera del hogar. El grupo presidido por José Puerta está haciendo frente a la situación de emergencia "procurando asegurar el suministro alimentario a sus clientes, protegiendo, en el mismo tiempo, la seguridad de sus trabajadores", incide un portavoz. "Para ello „continúa„ debe contar con el compromiso y colaboración de sus proveedores logísticos (frigoríficos y transportistas), esenciales en la continuidad de la cadena alimentaria". Todas las fuentes consultadas hacen hincapié en el rol vital de ese eslabón, el de la logística. "Procuramos responder con la mayor eficiencia posible, siendo conscientes de la incertidumbre que pesa sobre los servicios logísticos, especialmente el transporte nacional e internacional", remata Pescapuerta. Matiza la pesquera, eso sí, que tiene actividad transformadora en España, por lo que "no puede informar sobre las consecuencias de esta situación sobre la actividad industrial relacionada con los productos elaborados localmente".

La conserva

La alta demanda de productos como el atún en lata está disparando los pedidos también las conserveras. La firma ribeirense Ignacio González Montes, con 326 empleados, ha visto cómo los encargos se incrementaron ya desde la semana pasada, antes de que se decretara el estado de alarma (para los primeros 15 días, ahora prorrogado). "En nuestro caso sobre todo desde Portugal, que es donde tenemos nuestro mayor cliente", explica uno de sus responsables, Enrique García-Ciudad. Contaba con un stock de seguridad para atender pedidos extra o poder afrontar cualquier problema inesperado. "Pero no fue suficiente; es difícil porque te piden de repente mucha cantidad", ahonda. Ignacio González Montes adoptó las medidas necesarias para intentar blindarse ante la expansión del virus con controles de temperatura a la salida y a la entrada, la restricción del acceso a la unidad productiva o el reparto del personal en varios turnos escalonados para evitar en lo posible las aglomeraciones.

También Congalsa adoptó la decisión, por ejemplo, de controlar la temperatura de sus empleados antes de acceder a la factoría de A Pobra. Preparados de paella, empanadillas o anillas rebozadas son los productos „del portfolio de esta última empresa„ de los que más están echando mano los hogares para abastecerse.

Otra conservera que ha visto incrementada su actividad en las últimas fechas es Portomar, de Grupo Armadora Pereira. El director general de la firma, Francisco Javier Alonso, asegura que la demanda "ha aumentado fuertemente en los últimos 15 días" y que llegaron a tener pedidos "que podían suponer el consumo de seis meses". Alonso, que explica que la firma llegó a doblar la producción estos días, cree que "poco a poco se está normalizando" el consumo. "Si llega a seguir esa situación de extraordinaria demanda la cadena de suministro se hubiera bloqueado", relata. Y es que muchos de sus proveedores están "saturados". El personal de la fábrica, formado por 45 personas, trabaja en un único turno de mañana y los administrativos lo hacen desde casa. El riesgo para la industria conservera, según fuentes del sector, es que pueda producirse un desabastecimiento de productos básicos para su actividad, como las propias latas. "Es un escenario que está ahí, no es una locura, pero al que afortunadamente no hemos llegado todavía".

En el caso de Ignacio González Montes la situación les llega en plena expansión, con planes para levantar un nuevo complejo de nave y frigorífico anexo a las actuales instalaciones. El plan que supone una inversión de cinco millones de euros, que García-Ciudad confía que seguirá adelante. "Somos optimistas y seguimos con nuestros planes de inversión".