Algunos países, como Italia, Francia, España o Filipinas, han decretado drásticos confinamientos de la población. Otros, como EEUU, Reino Unido, Suiza u Holanda, han venido arrastrando los pies con tibias medidas.

Los países tienen dos opciones: o luchar con fuerza contra el virus ahora mismo o sufrir una epidemia masiva. Si eligen sufrir la epidemia, centenas de miles de personas morirán. En algunos países millones. Y esto ni siquiera eliminará futuras oleadas de infecciones. Si luchamos con fuerza ahora, frenaremos las muertes. Aliviaremos así nuestro sistema sanitario. Nos prepararemos mejor. Aprenderemos.

El mundo nunca ha aprendido tan rápido sobre algo como en estos momentos, jamás. Y lo necesitamos, porque conocemos muy poco sobre este virus. Todo lo que vamos a conseguir ahora es algo crítico: más tiempo. Si elegimos luchar con fuerza, la lucha será abrupta al principio, y luego será ya gradual. Estaremos confinados semanas, no meses, y recuperaremos gradualmente nuestras libertades. Seguramente no volveremos a tener una vida normal inmediatamente. Y podemos hacerlo mientras tenemos en cuenta nuestra economía.