Nueve ancianos de la residencia Mayores Portazgo han dado positivo por coronavirus, por lo que el centro ha procedido al aislamiento de los 74 usuarios. "Actuamos como si todos estuviesen infectados", señala el director, Miguel Ángel Vilas.

La residencia fue conocedora de la situación el pasado domingo, después de que el sábado un residente fuera trasladado al hospital por un dolor abdominal. "No pensábamos que fuese nada relacionado con el Covid-19, pero la familia nos avisó de que se le iba a hacer el test. El domingo supimos que había dado positivo", relata. En ese momento, la residencia de A Coruña se puso en contacto con Salud Pública para realizar más test a sus mayores. "Se les hizo la prueba a cinco personas que tenían síntomas y a otras cinco a las que habíamos notado un cambio, aunque fuese anímico", explica el director. De los diez test, ocho salieron positivos.

Se notificó a las familias y se procedió a seguir el protocolo del Ministerio de Sanidad. "Separamos a los usuarios en cuatro grupos: contagiados, con síntomas, sin síntomas pero en contacto con los infectados y sin síntomas y sin contacto", detalla Vilas. Pero el plan inicial cambió ayer, cuando la dirección del centro decidió aislar a todos "pensando que están infectados, tanto mayores como trabajadores". A lo largo del día de hoy, una empresa externa se encargará de desinfectar la residencia. Sobre posibles traslados a otros centros de las personas contagiadas, Miguel Ángel Vilas apunta que seguirán "las indicaciones de las autoridades".

Lo cierto es que las residencias de mayores están en el punto de mira desde que el coronavirus llegó a España. Principalmente porque el Covid-19 tiene una tasa de mortalidad mayor en ancianos y enfermos, pero también por la falta de información y material de protección que denuncian los trabajadores de los centros coruñeses. Las noticias que llegan desde Madrid tampoco son positivas, ya que hace unos días la Unidad Militar de Emergencias (UME) informó de que había encontrado cadáveres de ancianos abandonados en la cama en varios de esos centros. "El personal tiene miedo porque está totalmente desinformado. Además, faltan guantes y mascarillas y no se están haciendo test", critica la presidenta del comité provincial de Política Social, Mar Peteira, refiriéndose a las residencias de la Xunta.

Ya sean centros privados o públicos, todos tratan de seguir las medidas que recomiendan el Ministerio de Sanidad y el Sergas, aunque cada uno afronta la situación como puede, siempre tratando de proteger al residente y no descuidar al trabajador.

PREVENCIÓN

Antes de que se decretase el estado de alarma, el pasado 14 de marzo, algunas residencias de A Coruña ya habían dado un paso adelante en cuestiones de prevención y restringieron las visitas días antes del anuncio. En la vivienda comunitaria Sant Yago dejaron, desde el día 9, que entrase una persona por residente durante una hora, pero tan solo tres días después eliminaron esta actividad. "Tenemos un protocolo específico para manejo de casos sospechosos de infección que se actualiza constantemente", informa el gerente de la empresa Mayores, Miguel Ángel Vilas, también director de Portazgo, donde se han detectado, al menos, nueve positivos.

En la residencia de Sanitas también optaron por dejar fuera a las familias desde hace casi un mes y dividieron a los residentes "con síntomas y sin síntomas" para que no tuviesen contacto, según informa la responsable de prensa. Además, el centro "corre con los gastos de hacer la prueba de coronavirus", aunque de momento no se ha registrado ningún positivo. Tampoco hay casos en el Hogar Residencial Parque Zapateira, donde los ancianos tienen la suerte de "tener mucho jardín" para poder tomar el aire, cuenta la directora, Jacqueline Fernández. "Este tipo de centros son la diana de la situación", alerta.

En Padre Rubinos, las visitas se acabaron con el estado de alarma, pero los familiares pueden hacer videollamadas para hablar con los ancianos. "Está siendo muy duro", reconoce la vocal responsable del centro, Concepción Barba, quien señala que "se han modificado los turnos de los trabajadores para que coincidan lo menos posible".

El objetivo de estas residencias está claro: evitar que el virus se cuele por sus puertas. "Es tarea de todos", resume el catedrático de Geriatría y director del complejo La Milagrosa, José Carlos Millán. Este centro cuenta con un gabinete de crisis que se reúne todas las mañanas para actualizar los planes de actuación y conocer las novedades relacionadas con el coronavirus. "Ya se han establecido los protocolos de aislamiento para que las personas con sintomatología estén aisladas", comenta, a la que vez que ofrece toda la documentación de la que dispone "a todas las residencias que lo necesiten". "Si nos anticipamos, vamos a ganarle al virus", proclama.

Millán insiste en que el problema es "la falta de material" para proteger a trabajadores y residentes. "No tenemos las mascarillas sanitarias porque el Sergas el jueves pasado solo nos mandó 50 y un litro de gel. Si yo pongo esas mascarillas consumiría cerca de 240 al día, con 50 no hago nada. Además, estamos consumiendo cinco litros de gel a la semana", detalla. Como alternativa, "modistas y costureras" les confeccionan "unas mascarillas de doble capa de tela".

Otros, sin embargo, ya carecen de material, aunque la crisis sanitaria apenas acaba de empezar. "Aquí hay pocas medidas porque no están llegando las cosas", confiesa una enfermera de la residencia Santa Teresa Jornet. En la vivienda comunitaria El Hogar "no consiguen mascarillas", a pesar de búsqueda continua de proveedores. Además, en este centro los "turnos siguen siendo los mismos" que antes de la pandemia.

Jacquelin Fernández señala que en Parque Zapateira se han "extremado las medidas lo máximo posible", pero reconoce que disponen de "muy poco material", lo que le preocupa. En Padre Rubinos, una empresa externa realiza una desinfección total de la residencia de forma diaria, pero los trabajadores siguen con "miedo de contagiar a la gente del centro y también de llevar el virus a sus casas". Concepción Barba insiste en que "lo fundamental es que se hagan más pruebas de coronavirus al personal sanitario y al servicio de las residencias, y también que hagan llegar ya el material de protección que se necesita".

A la misma conclusión llega Mar Peteira, de la CIG, que recuerda que "en muchas residencias se trabaja con dependientes, con los que no se puede tener una distancia de seguridad". "Queremos que se hagan test y que faciliten los medios de protección necesarios, ya que en muchos sitios se están reutilizando las mascarillas", denuncia.

Con información de José Manuel Gutiérrez, Marta Otero, Laura Rodríguez, Alicia Pardo y Sara Vázquez