Ante el decreto del estado de alarma, las empresas constructoras han tenido que adoptar un protocolo de actuación frente al coronavirus diseñado por la Xunta. El documento llama especialmente a la organización reclamando un "control adecuado de acceso a la obra", fijar horarios para los proveedores y "mantener la separación de seguridad' en el trabajo (2 metros). Se deben evitar las actividades grupales, y limitar las tareas que aumenten las probabilidades de contacto entre los empleados, para los que se pide establecer turnos. Ninguno debe acudir si tiene síntomas o ha estado en contacto con un infectado, y todos deben cubrirse al toser o estornudar, extremando la higiene.

Los trabajadores tendrán que disponer de material de limpieza, lavarse frecuentemente las manos y no compartir sus herramientas. No se recomienda el uso de mascarillas, pero sí el de guantes desechables al recoger o firmar un albarán. Los negocios deben desinfectar con asiduidad los espacios y equipos comunes, entre los que se incluyen los vehículos y la maquinaria. A pesar del escrito, las empresas confiesan que no saben si están "actuando correctamente", y algunos no lo hacen por imposibilidad, como en el caso de Trisquel, cuyos dos empleados se desplazan juntos en la furgoneta de la compañía, que no dispone de asientos traseros para guardar las distancias.