En los últimos días, las noticias que llegaban de China acerca de nuevos contagios de coronavirus tenían una sombra: los casos importados. Para protegerse, las autoridades han suspendido desde la madrugada de este sábado la entrada al país a los extranjeros, incluso aquellos con visado o permiso de residencia. La medida afecta a parte de una colonia gallega en la que se nota que el fútbol es una moda en auge en China. Como explica el ourensano Julián Riol, quien ha regresado al país de la Gran Muralla hace dos semanas y ha terminado de actualizar sus papeles hace solo cuatro días, es un efecto colateral de la fama del fútbol español en el mundo. China, explica, también quiere convertirse en potencia en ese deporte y de ahí que muchos españoles, gallegos entre ellos, adiestren a niños en el país.

Así ocurre en su caso, pero también en el de Brais Mahía o en el de Xermán López. Pero si Julián llegó a tiempo a esta nueva coyuntura burocrática que China avanza como temporal, estos dos jóvenes gallegos no y deberán armarse de paciencia. Pero no pierden la esperanza.

Una leyenda familiar asegura que, antes de pronunciar papá o mamá, Brais Mahía dijo "Bebeto". No es extraño que uno de los sueños de este joven coruñés, ser entrenador de fútbol, se cumpliera y lo hiciera en China, en Kunming. La pandemia le pilló de vacaciones en Laos y la empresa para la que trabaja prefirió hacer un paréntesis para proteger la salud de sus trabajadores y de los niños a los que entrenan. En vez de volver a Galicia, Brais se quedó por Asia. De Laos pasó a Filipinas y es allí es donde ahora sortea la cuarentena junto a otros jóvenes extranjeros, en la idílica isla de Palawan, y espera a tener la ocasión de volver a Kunming y a su trabajo.

"Me gustaría regresar a China porque allí nos tratan muy bien, así que mi intención es esperar en Palawan a que finalice la cuarentena y espero que después de que todos los países de Asia hagan cuarentena y la gente esté sin virus, podamos volver a entrar", explica. Admite que será "complicado" obtener visados nuevos, pero el suyo aún está en vigor y lleva un año sin pisar España. "Aún tengo esperanzas de que no sea tan difícil y que de aquí a un mes o dos levanten las restricciones", señala. A China tiene que volver "en algún momento": "Salvo lo que me llevé para lo que iba a ser un viaje de 21 días, lo tengo todo allí. Mi casa está allí".

A Xermán López la nueva medida que toma China, que le parece "entendible", dada la situación, le ha pillado en Laos, donde esperaba haciendo un viaje a que le llamaran de la empresa y volver al país vecino para empezar a trabajar. Aunque se esforzó por regresar antes de que fuese efectiva la suspensión, no pudo ser. De hecho, se hizo con el último billete de una aerolínea que aterrizaba en China un par de horas antes de la entrada en vigor de la restricción, pero él y otros extranjeros se quedaron en tierra al entender la compañía que hasta horas más tarde no llegarían al control de pasaportes. Le toca esperar en Laos, un país "muy rico en cultura" y "lugares paradisíacos", donde intentará compatibilizar el disfrute de esa belleza con "leer, estudiar, reflexionar, conocer otra gente, hacer deporte o simplemente ver a los locales en sus vidas diarias, totalmente opuestas a la vida europea, sin mucho dinero, pero muy ricos en recursos y como personas".

"Volver a China me interesa porque tengo mi trabajo allí", resalta este joven originario de Mondariz que trabajaba de entrenador de fútbol con niños en Chongqing. "Ya lo hacía en España y me gusta", explica. Lo prueba el que ya lleva cuatro años dedicándose a esa tarea y crea que su vida está allí. Y ni su vida cabría en una maleta ni podría marcharse sin despedirse de ellos, subraya.

Julián Riol sí lo logró. Volvió el pasado día 9 para comenzar a trabajar en un nuevo destino el día 10, pero, por ahora, la situación del virus ha ido "aplazando, aplazando y aplazando" su incorporación y la última convocatoria le emplaza a comenzar de entrenador el 7 de abril. Julián y su pareja china volvieron al país hace dos semanas tras pasar un tiempo en Malasia al entender que las cosas iban a mejor en China y que en cualquier momento podrían arreciar las limitaciones y además tenían que mudarse de ciudad y de casa.

"Tuve la suerte de que cuando cambias de trabajo tienes que hacer un nuevo visado de trabajo. En mi caso además se acababa mi permiso de residencia en el país y tuve que hacer todo de nuevo, y lo hice todo hace unos días", admite: "Si por cualquier razón llego a esperar un día más, seguramente ahora tendría problemas".

Julián cuenta que se ha dado la vuelta a la tortilla y ahora se preocupa él. "Cuando empezó todo, nuestros familiares se preocupaban por nosotros aquí y yo intentaba quitarle peligro para que no lo hicieran y ahora intentamos proteger desde la distancia a familia y amigos intentando contarles la seriedad del asunto", dice. Además, envían material a familiares que más lo precisan.

Lo mismo explica la empresaria Sara Landesa, que lleva quince años viviendo en Chengdu y que tras Navidad volvió. "Aquí pasé la epidemia y aquí estoy. Si necesitase irme a Vigo", donde residen sus padres y hermanos, "asumo quedarme allí". Y si no pudiese volver a China, ya lo hará, dice, porque su trabajo, comercio exterior, lo puede hacer desde España.

Apunta que la suspensión de entradas a extranjeros será temporal, que otros países lo han hecho y la entiende: "China hace bien, los casos nuevos son venidos de fuera y se toman medidas a favor de seguir protegiendo a la gente que está dentro". Hace muy pocos días se cumplieron dos meses desde la alerta sanitaria y "estamos ya saliendo".

Lo que le preocupa ahora es la familia. "Cuando lo estoy pasando mal es ahora y no soy la única. Aquí hay muchos españoles y en este momento es cuando lo pasamos mal" por lo que ocurre en España y por que falten medios. "Yo he vivido la epidemia tranquila en casa y ahora lo estoy pasando fatal. Estoy enviando mascarillas a mucha gente y hablo con mi familia todos los días para tranquilizarles, aunque no sé si el efecto es el contrario porque les digo no hagas eso, no hagáis lo otro...". En todo caso, finaliza con esperanza, confía que Galicia no tenga "mayor problema" y en dos meses esté "limpia".