Unos se preguntan: "¿Qué puedo esperar de una serie que alcanza su cuarta temporada?". Otros responden: "Más de lo mismo". Pero con La casa de papel nunca se sabe y, aunque sus primeros capítulos jueguen al despiste, Álex Pina, su director, ya avisó del "salvaje shock" de la segunda mitad de la temporada en el espectador.

La casa de papel se ha convertido en un elixir de vida para muchos que, sin duda, desearían que fuera eterno. Sin embargo, el peligro de estirar una trama sobre un atraco más de lo debido puede llevar a convertir un elixir de vida en un veneno letal. Dar el paso de extender una trama que estaba satisfactoriamente cerrada al final de la segunda temporada fue algo arriesgado pero acertado, por lo menos por una temporada más.

Tras el visionado de los primeros cinco capítulos de la cuarta temporada al que tuvo acceso la prensa de manera anticipada al estreno, algunas alarmas empezaron a saltar al ver que, aunque siempre tiene sus puntos de sorpresa y una magnífica ejecución a nivel técnico y en sus interpretaciones, la cantimplora con el mágico elixir comenzaba a vaciarse.

No obstante, Álex Pina y el equipo creativo aseguran que esta cuarta parte es la que más shock provocará en el público, especialmente en la segunda mitad, lo que, sin duda, lleva a analizar sus puntos fuertes y débiles y a confiar en que la serie pueda seguir haciéndonos vibrar, aunque el efecto del elixir sea retardado.

Mismo atraco, más caos y más división en la banda. En esta temporada el planteamiento o trama base es muy similar al de la tercera parte, el atraco al Banco de España, algo que genera esa sensación de repetición o de estirar el chicle más de lo debido.

Sin embargo, el punto a favor llega al poder comprobar cómo el desgaste hace mella en los personajes principales, Profesor incluido, y los lleva a tomar decisiones y actuar de maneras en las que nunca antes los habíamos visto, una circunstancia que provoca más caos y división en la banda y, al mismo tiempo, más diversión para el espectador.

Un profesor desubicado y la baza de un público que, por primera vez, sabe más que él. La tercera temporada terminó con el Profesor (Álvaro Morte) totalmente roto al creer que Lisboa (Itziar Ituño) murió a manos de la policía, lo que provoca un inicio de temporada y una situación nunca antes planteada en la serie: el espectador sabe más que el Profesor.

La satisfacción para el público al ver que el Profesor también comete errores y debe replantearse todo el atraco y asumir una nueva manera de actuar es otro de los puntos fuertes que mantienen vivo el atraco y los deseos, por parte de la audiencia, de seguir conectados a la trama.

El pasado siempre vuelve. Para el Profesor, según explicaba Álvaro Morte en una entrevista, este segundo atraco sirve como "venganza" por la muerte de su hermano Berlín (Pedro Alonso) y como mensaje al "podrido y corrupto sistema".

Si en la tercera temporada se recurría, de manera magistral, al flashback para mostrar cómo Berlín y el Profesor, años atrás, maquinaban el atraco a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, en esta cuarta las referencias a Berlín y su pasado son constantes, algo que, en cierto modo, se hace repetitivo y ralentiza el ritmo de la serie.

Nairobi y el miedo a perder, un personaje clave. Otro de los puntos fuertes que mantendrá al espectador pegado a la pantalla será conocer si Nairobi (Alba Flores) sigue viva. La estrategia por parte de los creadores de la serie de terminar la tercera temporada con Nairobi debatiéndose entre la vida y la muerte es la mejor baza para mantener al público enganchado.