Voluntarios, transportistas y repartidores a domicilio forman parte del anónimo ejército de ciudadanos que ha mantenido a flote a los 11 millones de residentes de Wuhan durante los más de dos meses de cuarentena en la ciudad.

Cuando el pasado 23 de enero las autoridades prohibieron que ningún ciudadano saliera de la ciudad y dejaron a los residentes confinados en sus casas para parar el brote de coronavirus, varias organizaciones de voluntariado comenzaron a crear programas para distribuir material médico, llevar a pacientes a los hospitales o traer comida a los complejos residenciales. En los peores días de la epidemia, estas personas llevaban a cada comunidad de vecinos comida hasta 5 veces al día, de forma gratuita, que eran racionadas para asegurar la subsistencia de los habitantes.

Muchos de ellos trabajan todavía hoy, cuando los wuhaneses ya pueden pisar la calle si certifican un buen estado de salud, y lo seguirán haciendo después del 8 de abril, cuando la ciudad tiene previsto levantar definitivamente las restricciones impuestas.

Organización por sectores

Cuando la ciudad puso en marcha la estricta cuarentena, el gobierno local tomó cartas en el asunto y reorganizó a los voluntarios en 11 tipologías: servicios médicos, seguridad, asistencia, ayuda psicológica, propaganda, transporte y administración, entre otros.

Las organizaciones de base, como las llama el Partido Comunista de China (PCCh), necesitaban que llegara a Wuhan material de otras provincias, para lo cual se recurrió al ferrocarril o a transportistas que conducían largas horas en sus camiones. Y una vez en la ciudad, al margen del voluntariado oficial, fueron las plataformas de entregas a domicilio y sus repartidores los protagonistas.

Entretanto, China registró el jueves 29 nuevos casos de coronavirus entre personas que llegaron del exterior del país y dos nuevos contagios a nivel local, al tiempo que se contabilizaron cuatro fallecidos, todos en Wuhan.