Los autónomos y empresas cuya actividad ha sido declarada esencial por el Gobierno para hacer frente a la pandemia continúan su labor en estos días a pesar de la paralización de la mayor parte de la economía nacional. Esta situación permite apreciar la relevancia de una serie de trabajos que habitualmente pasa desapercibida para la ciudadanía, aunque también obliga a quienes los realizan a exponerse a la posibilidad de un contagio, a pesar de que toman todas las medidas necesarias para protegerse.

Algunos de estos sectores, como los fabricantes y vendedores de pan, han tenido que extremar las ya habituales normas de higiene y desinfección que llevan a cabo en fábricas y tiendas. Otros, como los mercados municipales, se felicitan de poder seguir vendiendo y obteniendo ingresos, pero sus vendedores también se han visto obligados a protegerse al máximo.

La banca ha limitado a las operaciones imprescindibles su actividad de cara al público, que parece haber comprendido la situación y apenas acude a las oficinas. En el transporte por carretera, la mayor parte del trabajo es para desplazar alimentos de un lado al otro y los profesionales se ven obligados a llevar su propia comida ante el cierre de los restaurantes de las rutas. Los efectivos de Salvamento Marítimo y Gardacostas de Galicia continúan vigilando las costas porque la actividad en el mar prosigue, así como el furtivismo.

Aunque han visto reducida su demanda, los veterinarios también siguen abiertos para resolver las emergencias de las mascotas, que no saben de confinamientos. También los servicios de recogida de animales han descendido su actividad, pero atienden las peticiones de la población cuando se efectúan, según destaca la concesionaria del servicio en la ciudad y la comarca, que explica que solo se han interrumpido las adopciones.

El incremento de la necesidad de seguridad confiere un papel relevante al sector de vigilancia privada, ahora presente en numerosos lugares, aunque ha debido abandonar su tradicional labor en centros comerciales. Los productores de vino, notablemente perjudicados por el cierre de la hostelería, deben centrarse en estos días en el cuidado de las viñas para garantizar que la próxima cosecha sea lo mejor posible, según explican las empresas de la comarca brigantina.

También el sector lácteo ha tenido que aumentar las medidas higiénicas para garantizar la calidad sanitaria de su producción e igualmente se ve afectada por la clausura de los restaurantes y bares. En el puerto, la necesidad de mantener el tráfico comercial hace que los estibadores sigan trabajando, pero con mayor protección.