Ante el anuncio del Gobierno de que el confinamiento seguirá, pero que se podrá ir dulcificando con nuevas medidas si las cifras confirman el aplanamiento de la curva, expertos en el ámbito sanitario y de la Sociología reflexionan sobre cómo se podría hacer esta vuelta a la calle escalonada.

"El primer paso que creo que habría que dar es la reincorporación a las actividades económicas no esenciales, aquellas que se quedaron fuera del decreto de alarma, aunque siempre manteniendo las condiciones higiénicas y de seguridad, para evitar que los centros de trabajo sean nuevos focos contagio", explica el doctor Antón Acevedo, especialista en Medicina Preventiva del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), que también defiende que ha de ponerse especial atención en este punto en el transporte público, para que, sin dejar de ser eficiente, no se convierta en un lugar masificado, ya que la ausencia de contacto físico es la mejor barrera para detener el avance del coronavirus, junto con la higiene.

Al mismo tiempo que se retoma esta actividad no esencial, el doctor Acevedo se posiciona a favor de que los niños puedan volver a salir a la calle con sus padres, aunque no deban tener más contacto que con aquellas personas con las que residen. Suma también la posibilidad de que, en este primer escalón de la recuperación de la vida tal y como estaba antes de la pandemia, puedan salir a hacer deporte "en solitario y en un entorno abierto" los vecinos.

"Si los datos siguen así, estas tres medidas se podrían tomar en un plazo breve de tiempo", comenta Acevedo. La clave en este primer estadio de eliminación de restricciones es "una estrecha vigilancia epidemiológica", esto implica que, en el momento en el que se detecte un rebrote en el contagio, se reviertan estas medidas.

Lo que no se puede olvidar, a pesar de que se flexibilicen las medidas de confinamiento, según explica el doctor Acevedo, son las costumbres adoptadas durante esta cuarentena, como el lavado de manos y toser en la parte interna del brazo, ya que son efectivas para otras enfermedades que se transmiten por contacto físico.

Si hacer deporte, que los pequeños puedan dar un paseo o ir a trabajar son los primeros pasos para recuperar la normalidad, en el último escalón se encuentran aquellas actividades en las que se concentra gran cantidad de población, como un concierto en un estadio o los partidos de fútbol. En un paso intermedio están, por ejemplo, los locales de hostelería que, según Acevedo, podrían abrir ya en verano, aprovechando las terrazas y asegurando siempre la distancia entre clientes. "Si hay un rebrote podríamos desandar mucho del camino andado", concluye.

Así como los niños y sus padres y madres podrían ser los primeros en salir de casa, Acevedo aconseja "prudencia" con la ruptura del confinamiento de las personas mayores. "Va a haber que ser muy estricto con la gente mayor o inmunocomprometida. Que se infecte una persona joven tiene una importancia relativa a la hora de la repercusión, pero en una persona mayor, las consecuencias pueden ser muy graves", relata. Prueba de ello son las terribles cifras de fallecidos en las residencias de ancianos que ha dejado esta crisis.

Sobre si sería posible un levantamiento del confinamiento total, sin medidas transitorias, Acevedo dice que el peligro de sufrir un rebrote y colapsar el sistema sanitario es "altísimo".

"Desde el punto de vista de la Medicina Preventiva y de la Epidemiología sería un error. Antes de tomar esa medida, de la que yo no soy partidario, tendríamos que hacer un test masivo a toda la población española para saber cuánta gente ha tenido esta enfermedad", explica Acevedo, ya que quienes la han pasado ya no son susceptibles de contagiar ni contagiarse. Teniendo ese dato, los sanitarios sabrían cuánta población queda todavía con riesgo de poder enfermar y si son tantos como para saturar el sistema.

"En las infecciones de este tipo, que no tienen vacuna y que son nuevas, el 100% de la población mundial es susceptible de infectarse. Si todos enfermamos a la vez, colapsamos los servicios sanitarios y afectamos también a las personas que tienen que ser tratadas de otras patologías. Por eso el confinamiento", relata Acevedo.

La decana de la Facultade de Socioloxía de la Universidade da Coruña, Raquel Martínez Buján, está de acuerdo también en que los primeros que deben pisar la calle son los niños, ya que están en una etapa de su vida en la que es importante el contacto con el exterior.

"Yo pienso que los deberían haber dejado salir con restricciones, por lo menos, con las mismas que tienen las personas con mascota", comenta Martínez, que tilda la medida de "demasiado severa".

"Si hablamos de abrir la mano, deberían tener un sitio al que salir sin sentirse condenados. No son minibombas bacteriológicas, con tener unos horarios y mantener unas medidas de seguridad tendría que ser suficiente. Son los pequeños héroes de esta situación", dice.

A corto plazo, considera que este confinamiento cambiará algunas cosas, tales como que, cuando se levanten las restricciones, habrá quien siga viendo peligro en los demás y mantengan guantes y máscaras para evitar el contacto directo de la piel. Sin saber todavía cuáles son las medidas que tomará el Gobierno, cree que, con el paso del tiempo, todo volverá a la normalidad.

"En la historia de la humanidad ha habido más casos de pandemias y crisis que han promovido el distanciamiento humano y que no han dado lugar a cambios en el comportamiento. Seguro que, hasta que no haya una vacuna, iremos con muchas precauciones porque nos sentimos desprotegidos y seremos más estrictos", relata la decana de Socioloxía. Cree que este miedo a contagiar y contagiarse ha hecho también que los vecinos confíen más en ciertas aplicaciones y que les han dejado y les dejarán acceder a datos personales que, hasta ese momento, tenían vedados.

Y es que, durante esta cuarentena, las aplicaciones, las redes sociales y las plataformas de contenidos audiovisuales se han convertido en grandes aliados para pequeños y mayores, no solo por el entretenimiento sino porque han permitido que muchas personas no se sientan tan solas, a pesar de estarlo físicamente. "Muchas veces funcionan hasta de canguro", dice entre risas la profesora Martínez Buján.

Este confinamiento, según la decana de Socioloxía, ha introducido un cambio en la manera de pensar de mucha población. "Hemos visto que el modelo de las urbes, el individualismo, no es una estrategia muy adecuada. Es una fantasía, al final, todos somos vulnerables. Hemos visto que necesitamos soluciones colectivas para afrontar determinados retos", relata Martínez Buján, que no solo hace hincapié en las iniciativas de voluntariado sino también en los aplausos de las ocho de la tarde y en la "necesidad de seguir pensando en el prójimo a pesar del confinamiento".