Político, una de las publicaciones más influyentes de Washington, cuenta cómo a mediados del pasado marzo un inversor en criptomonedas, un graduado en Derecho y un supuesto filósofo se encontraron en Twitter y discutieron sus esperanzas de que un medicamento poco conocido llamado hidroxicloroquina pudiera ayudar a contener el brote acelerado de coronavirus. Un par de días después, dos de ellos publicaron un artículo sobre el potencial de la droga en Google, invocando falsamente a dos universidades importantes y a la Academia Nacional de Ciencias. Tres semanas más tarde, el presidente de Estados Unidos dijo que él mismo podría utilizar el fármaco y alentó a otros a hacer lo mismo. "¿Qué tienes que perder?", preguntó Donald Trump. "Lo repito: ¿qué tienes que perder? Tómala". Politico explica que ambos hechos parecen ser parte de un efecto dominó que solo podría ocurrir en este momento y con esta administración.

Lo que comenzó como una discusión entre extraños en la red social, el 11 de marzo, condujo a un google doc, 48 horas después, que llamó la atención de los medios conservadores y de las élites de Silicon Valley. En cuestión de días, se abrió camino en los programas de Fox News de Laura Ingraham y Tucker Carlson. Inmediatamente, tras este último show, Trump hizo su primera mención a la hidroxicloroquina en la Casa Blanca. Después de eso, algunos aliados presidenciales, como es el caso del abogado personal Rudy Giuliani, comenzaron a divulgar todas la informaciones al respecto que pudieron encontrar. En estos momentos, Trump promete distribuir millones de dosis del medicamento a través de la reserva nacional estratégica del país, a pesar de que no hay una investigación concluyente de que la hidroxicloroquina funcione para atajar el coronavirus.

La campaña no es muy ortodoxa, como reconocen incluso en círculos cercanos a Trump, pero estos mismos allegados sostienen que el fármaco podría haber salvado ya una gran cantidad de vidas, no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo que sigue el ejemplo del gigante americano. Da igual que no exista un consenso científico sobre la eficacia de la hidroxicloroquina en el virus. La Food and Drug Administration tampoco ha aprobado el medicamento para esos fines, y los pequeños estudios iniciales de China y Francia fueron tan defectuosos que han impedido extraer conclusiones firmes. Entretanto y que se sepa, escribe Tina Nguyen en Político, los monólogos promocionales de Trump lo único que han conseguido es provocar una escasez de hidroxicloroquina para las personas que dependen de ella como tratamiento comprobado para otro tipo de afecciones como son la artritis reumatoide y el lupus. Además de la consiguiente tensión en el estamento médico para recetar el fármaco en los hospitales a los pacientes de coronavirus y a los que se hallan preocupados e insisten en probarlo. Joan Donovan, que dirige un proyecto sobre manipulación de medios en el Centro Shorenstein de la Escuela de Gobierno Harvard Kennedy, ha recordado que en una crisis los rumores jugarán un papel importante en el comportamiento de las personas. Pero en ningún lugar parecen jugarlo tanto como en los Estados Unidos de Donald Trump.

Los medios estadounidenses reflejan también estos días cómo la pandemia está afectando de manera desproporcionada a la comunidad afroamericana. Los datos son aterradores. En Chicago, donde el porcentaje de población negra, es del 30 por ciento, el 72 por ciento de los muertos pertenecen a ese segmento. En Luisiana, que tuvo en Nueva Orleans un nuevo Mardi Grass masivo poco antes del "toque de queda", ha trascendido que los afroamericanos son el 32 por ciento y la cifra de fallecidos, sin embargo, alcanza el 70. Los casos en el condado de Detroit, la ciudad más poblada de Michigan, en la que los afroamericanos representan el 80 por ciento, son casi la mitad del estado total. En Carolina del Norte, donde los afroamericanos son el 21 por ciento de la población, se sabe que el 37 por ciento de los infectados son de ese origen.

Solo Illinois, Michigan y Carolina del Norte difunden los datos por etnias de los infectados, algo que podría parecer discriminatorio en Europa pero que en Estados Unidos se hace en ocasiones para identificar los efectos de las diferencias económicas entre la población y su peso en la atención médica. Obviamente esta incidencia no tiene nada que ver con la biología. En cambio, sí es un reflejo de las condiciones sociales y económicas en que viven los ciudadanos negros. Muchos no están cubiertos por el seguro de salud y no disponen del cuidado debido. Anthony Fauci, virólogo del grupo de trabajo antivirus, aclaró simplemente: "Sabemos que los afroamericanos siempre han estado más expuestos a enfermedades como diabetes, trastornos cardiovasculares, hipertensión, obesidad y asma. Condiciones previas que pueden volverse letales".

The New York Times recuerda al cantautor de folk, John Prine, que ha muerto a los 73 años por las complicaciones del coronavirus en su ya larga enfermedad. Prine manejaba gran sentido del humor y escribió bellas canciones sobre la errática condición del hombre . Les animo a que escuchen Some Humans Ain't Human, sobre los humanos que no son humanos.