La farmacia de Silvia Represa, en la localidad coruñesa de Tordoia, abre todos los días del año. Por ello, hasta el confinamiento obligatorio era habitual que las familias que el fin de semana pasaban a visitar a sus padres o abuelos, aprovechasen para acercarse a la farmacia a recoger sus tratamientos. "Ahora con la cuarentena no lo pueden hacer y esas personas que viven en zonas aisladas del rural no tienen cómo recoger sus medicinas. La mayoría de casos en los que se los llevamos a casa son así", indica esta boticaria que resalta que además son personas de grupos de riesgo. "Gente mayor, polimedicados y con patologías de base que lo que tienen que hacer es quedarse en casa", resalta Represa, quien recuerda, eso sí, que este servicio es "excepcional" a causa de la pandemia.

Al igual que el resto de farmacias de la provincia, Silvia reconoce que en los primeros días de la pandemia se vivió un aluvión de pacientes. "Debían de creer que no iban a tener sus tratamiento, pero ahora la cosa se ha normalizado", sostiene para recordar el importante papel que juegan en el rural. "A veces somos el primer escalón de entrada a la sanidad y demandan un profesional de confianza para informarse y asesorarse", señala.