Los hijos se han ido a las grandes ciudades, las tierras no son rentables y las conexiones, imposibles: el brote de coronavirus no solo azotó a Wuhan, cuna de la pandemia, sino también a las zonas rurales circundantes, que tuvieron que sobrevivir con lo puesto a once semanas de estricto confinamiento.

En Huangpi, un distrito rural de Wuhan, viven alrededor de un millón de personas de los once que completan el censo, y en él se contagiaron 2.114 personas durante el brote, según las autoridades, que rechazaron especificar cuántos fallecidos se registraron. "Esa información no te la puedo dar", dice un funcionario.

Los recursos son limitados y los estragos abundantes. "No hay virus ahora. Las medidas de prevención han funcionado, y es un alivio poder salir", dice Wang, un campesino. La mayoría son mayores, viven solos y de lo que envían sus hijos emigrados a las grandes ciudades.