Pablo Alborés, jefe del departamento de orientación en un centro gallego, cree que es mejor no escatimar el descanso estival a padres y a niños, porque han trabajado durante el confinamiento, pero aparte opina que esa idea de refuerzo fuera del calendario escolar es compleja en el aspecto organizativo. En cambio, para el año que viene las posibilidades, dice, son muchas, como sumar una hora más de clase, por ejemplo. En todo caso, admite que la situación es diferente si se trata de niños o de adolescentes. En primaria, el curso se podrá recuperar, opina. En Secundaria y Bachillerato, la situación es diferente.

Para la directora de un centro coruñés la propuesta puede estar "muy bien" si es "voluntaria y gente que lo demanda". Sin embargo, considera que hay mucha "imprecisión" en el asunto y que depende de qué actividades y "de quién las realice": "No puede ser que un tema académico lo afronte cualquiera", alega. Y tampoco, agrega, puede "ceñirse" solo a ese elemento, como también recoge el Gobierno en su acuerdo: debe haber una componente "lúdica" para que los niños puedan "desahogarse" del período de confinamiento. "Si la gente lo demanda, si es posible organizarlo y se permite que el alumnado tenga el esparcimiento que merece", serían los requisitos.