Mantener las aulas abiertas en la mente de los niños. Esa es la principal preocupación de la mayoría de los padres y madres que ante la finalización del curso escolar deben gestionar desde casa la vida académica de los pequeños, ante la falta de recursos, formación y, en muchos casos, de tiempo.

Según una encuesta realizada por la Confederación Galega de Asociacións de Nais e Pais de Centros Públicos (Confapa), en Galicia, los alumnos trabajan mucho, especialmente en bachillerato, una franja en la que el 10 % realiza sus tareas académicas durante más de 8 horas al día.

Sin embargo, la encuesta también refleja la descompensación que existe entre algunos alumnos y cursos, ya que tanto en la educación primaria como en la ESO, la mayoría de escolares dedica de 2 a 4 horas.

"Desde el 12 de marzo lo que cada niño o niña hace en casa lo puedes individualizar en cada docente", afirma el presidente de la Confederación de ANPAS Galegas, Fernando Lacaci en una entrevista con Efe, en la que asegura que "algunos escolares avanzaron y otros no".

Lo mismo ocurre con los exámenes o las clases telemáticas: "Casuísticas hay miles", añade Lacaci, que ve una "absoluta imprecisión" por parte de la Consellería de Educación, que según dice "no aporta soluciones"

"El esfuerzo de los profesores no deja de ser una solución individual del problema. Como conjunto ellos no tienen la capacidad para garantizar una continuidad de las aulas normalizada en todo el territorio gallego", asegura.

A pesar de que la encuesta de Confapa se da un aprobado raspado a como está saliendo todo (5,5) y que en la mayoría de los casos los alumnos reciben contenidos a diario y atención por parte de los profesores por vía telemática, las deficiencias son "innegables".

"Ni el profesorado gallego, ni el alumnado gallego ni, por supuesto, las familias gallegas, tenemos ni la más remota idea de lo que significa utilizar las tecnologías en la vida diaria de la educación de nuestros hijos e hijas. Y eso es culpa exclusiva y absoluta de la administración de la Consellería de Educación en Galicia", ha explicado Lacaci.

Y es que para él, "mandar deberes" no aporta demasiado, porque "avanzar en los contenidos o no" no es realmente el problema, sino que lo importante es "mantener la sensación de comunicad educativa".

"Pensar que se atiende digitalmente al alumnado porque le mandamos un cuaderno de trabajos a hacer y estamos a su disposición como si estuviésemos mandando deberes y luego los corregimos es desconocer totalmente lo que puede ser la formación digital", explica.

Manuel Viso, hematólogo del CHUAC, con tres hijos a su cargo, considera que muchos padres están "saturados" y que dada la situación, "es difícil tener la cabeza centrada para ayudar a los niños y niñas con sus tareas".

Viso, que está en primera línea luchando contra el coronavirus, tiene la suerte de que su pareja está de baja maternal y puede encargarse de la hija de ocho meses que tienen en común y ayudar a sus otras dos hijas, de un matrimonio anterior, con las tareas.

"No hay pautas concretas de Educación. Hasta ahora lo que mandan son deberes. A mi hija de 14 años les mandan las tareas desde la plataforma que usaban habitualmente, antes de que pasara todo esto", explica.

En el caso de su hija mayor, de 18 años y en su primer año de universidad, también recibe material pero "no tiene clases telemáticas", algo que Viso considera que debería realizarse cuanto antes ya que algunos contenidos "necesitan explicación".

Según Viso, "muchos padres y madres no tienen formación para enseñar a sus hijos y tampoco conocimientos en medios digitales para ayudarles". Eso sin contar los graves problemas de conexión que existen en algunas zonas o los no tienen ni tiempo por sus trabajos, como ocurre con Santiago Queiro y Silvia Tajes, una pareja con dos hijos de 13 y 10 años.

Ella es cajera de supermercado y él trabaja en una empresa logística. Durante el estado de alarma, hasta ahora, ambos han tenido que trabajar, por lo que no les ha quedado más remedio que "turnarse" y pedir ayuda a familiares para poder encargarse de sus hijos.

Según cuenta Queiro, su hijo, de 13 años y en 1º de la ESO, recibe las tareas por hasta tres aplicaciones diferentes, dependiendo de la asignatura y el profesor y tiene clases telemáticas, a diferencia de su hija, que está en 4º de primaria y solo recibe deberes.

El hijo de Queiro padece además déficit de atención y aunque según su padre "le gusta seguir las clases telemáticas" y mantiene el contacto con una pedagoga de manera individual, la atención personalizada depende estrictamente de la voluntad y la preocupación del profesor.

Y es que según Lacaci se dan desde situaciones de "sobrecarga de trabajo" hasta otras de "abandono". Algunas también de normalidad. Pero, en cualquier caso, descompensación y una educación irregular en la que no podrá saberse "quien aprendió, quien avanzó, quién se relajó o quién incluso se deprimió".

"Si la sociedad es tan ilusa como para pensar que el alumnado gallego avanzó mínimamente durante estos meses entonces nos vamos a cargar una generación entera", afirma Lacaci, que opina que el próximo curso "no puede empezar en septiembre", sino donde acabó, el 12 de marzo, por lo que propone un curso puente, adaptado a la situación.