El ministro de Universidades, Manuel Castells, expresó ayer su confianza en que el próximo curso pueda arrancar en el calendario habitual, después del verano, aunque da por hecho que habrá que adaptarse a la situación y adoptar medidas de distanciamiento para recuperar la presencialidad en las aulas.

"Aunque depende de lo que depende todo, de que el mundo no se hunda", apostilló el ministro, criticado en los últimos días por su ausencia en las comparecencias. "En principio debería abrirse en los plazos normales, pero habrá que adaptar, seguramente, la presencialidad", advirtió, refiriéndose a la distancia de seguridad entre personas y a la desinfectación tanto individual como colectiva. "Eso quiere decir que habrá que adecuar las clases presenciales en condiciones que permitan respetar esos dos metros, enseñar en aulas grandes y en horarios distintos, desinfectándolas", pronostica el ministro. Habló de la supuesta separación entre alumnos e incluso de plantear varios turnos con grupos reducidos para que sea posible impartir las clases.